A
principios de los años sesenta, un guaje de siete años asistía en la Grada
Norte, la de los goles, a los partidos del Sporting. De pie y sacando la cabeza
entre una cortina de gente, asistía emocionado al juego de alta escuela de
Biempica, el estilo recio de Florín, o los remates de Ortíz y, más tarde, de
Solabarrieta. En los descansos, en cuanto pitaba el árbitro, salía como una
centella hacia el bar que se ubicaba dentro de la grada para hacerse con una
gaseosa La Panera. Había que apurarse para evitar la turbamulta de paisanos que
acudían a degustar el sol y sombra, ya que de lo contrario iba a tener serios
problemas para acceder a la barra.
En aquel
tiempo surgió una circunstancia novedosa, que en la cabeza del rapacín no
acababa de encajar del todo. Resulta que se incorporó un joven futbolista
gijonés, llamado Manuel Vega-Arango, pero conocido en los terrenos de juego por
su segundo apellido, Alvaré. Se comentó que jugaba gratis, no cobrara
emolumentos, tenía ficha de aficionado. Era toda una novedad. La otra
peculiaridad fue que, nada más pisar El Molinón por primera vez, escuchó una
sentencia inapelable: "Esi nun val pa ná, ye señoritu". La verdad que
no era Di Stéfano, pero tampoco desentonaba con el resto y hay que reconocer
que era barato. De haber contado con más edad, el rapaz igual hubiese pensado
que aquella crítica podía tener cierta relación con eso de la lucha de clases,
pero aún faltaban años para llegar a eso. El caso es que el nuevo
"nueve" producía en el guaje una cierta desorientación por las
circunstancias que lo rodeaban.
Sesenta
años después y con una estructura social totalmente distinta, siguen
percibiéndose ramalazos de esa soterrada distancia social. Ahora juegan unos
chicos que han realizado sus estudios en colegios gijoneses vinculados a la
élite local y, qué cosas, se escuchan comentarios sobre la no validez de los
mismos por pertenecer a una supuesta clase social alta.
Para que
luego digan sobre los mecanismos sociales y sus grandes alteraciones.
En la
foto, cinco jugadores de El Llano, muy representativos del Sporting de los años
sesenta. Montes, Pocholo, Novoa, Biempica y Alonso.
DdA, XVII/5019
1 comentario:
Sí, todo lo que se quiera de El Llano, pero Montes, Pocholo y Novoa eran eso que se llama "jugadores gélidos"... Todos ellos con clase y buenas cualidades, pero la lucha y el pundonor no era lo suyo... Biempica y Alonso eran otra cosa. Por otra parte, comparto bastante esa "mirada de clase" a Manuel Vega-Arango Alvaré (a la larga su vida familiar y su forma de gestionar económicamente le club en la primera etapa así lo demuestran) y a los jóvenes actuales (Guille Rosas, Pablo García, José Gragera o Gaspar Campos -nieto del fallecido preboste local del PP, antes de UCD y de AP, Juan Manuel Campos-Ansó-, por ejemplo, son "buenos chicos de La Asunción-) que, aparte su calidad futbolística, se caracterizan por una cierta blandenguería anímica.
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