domingo, 31 de octubre de 2021

HIJOS DEL BOTELLÓN

 


Félix Población

Acabo de leer la experiencia vivida por un adolescente  y su madre en la ciudad de Gijón. El muchacho llegó a casa angustiado porque dos amigas suyas estaban borrachas perdidas, casi inconscientes, tiradas en unos jardines públicos, bien entrada la madrugada y expuestas a cualquier tipo de agresión o percance. Se trataba de dos chicas muy jóvenes que se habían excedido con la bebida hasta el extremo de bordear la inconsciencia.

El adolescente acudió presuroso a su hogar para que sus progenitores socorriesen a sus amigas, se preocuparan por su salud, las llevaran a casa y durmieran allí esa noche. El relato de los hechos lo cuenta la madre del adolescente, Leticia, que a la mañana siguiente, una vez recuperadas de la borrachera las dos jóvenes, les leyó a ambas unas páginas muy persuasivas de su diario personal correspondientes a la fecha en que sufrió similar circunstancia, en los primeros años noventa, con el resultado de no repetirla nunca más.

De esa época datan precisamente los orígenes del Botellón en España. Hace treinta años por estas fechas, en 1991, que la Policía tuvo que intervenir para sofocar los disturbios que se produjeron en Cáceres tras el adelanto en el cierre de los bares nocturnos, decretado por la gobernadora civil. Grupos de jóvenes optaron por prolongar entonces sus veladas  y beber en compañía en los lugares públicos, con el beneficio añadido de poder adquirir las bebidas alcohólicas en los comercios a unos precios más asequibles para sus bolsillos, favoreciendo con ello una mayor ingesta de alcohol y, a su vez, una mayor juerga surtida de gritos, meadas y vomitonas para molestia y enojo del vecindario.

Lo que ocurrió en la ciudad extremeña se trasladó después a otras localidades del país, hasta el punto de formar parte hoy de los hábitos de un amplio sector de gente cada vez más joven que con frecuencia es noticia en los telediarios. Catorce y quince años tenían las adolescentes gijonesas a las que una madre de nuestro tiempo acogió en su casa para cuidarlas y leerles una experiencia similar a la suya de hace dos décadas, que le sirvió para rechazar las bebidas alcohólicas y ser en la actualidad una mujer artísticamente dotada y socialmente comprometida.

Según un estudio sobre el consumo de este tipo de bebidas en la provincia de Valencia, entre la población adolescente escolarizada, un 57,3 por ciento de 328 jóvenes encuestados reconoce haber consumido alcohol alguna vez, frente a un 41,9 que afirma no haberlo probado. La mayor extensión en el inicio del consumo se produce entre los 14 y los 15 años. De entre quienes reconocen haber bebido alguna vez en su vida, el 62,4 por ciento eran chicas y el 51 por ciento chicos.

Estamos ante un muy grave problema a solventar que algunas madres, como Leticia, han sabido encararlo con las amigas de su hijo, partiendo al pie de la letra de su propia experiencia, echándole razones, sensibilidad y solidaridad. Cabe suponer que el incremento del Botellón en nuestro país a lo largo de treinta años ha favorecido datos como los expuestos. La pregunta es saber cuánto le queda a este nuevo hábito social entre el mocerío y con qué efectos en las encuestas y la sociedad del porvenir.

La última hora  DdA, XVII/4996

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