Félix Población
En los días que corren, con la comunicación como parte muy importante en la gestión de todo ministerio o institución del Estado, es habitual que quienes están al frente de los mismos cuenten para ello con los profesionales más indicados y expertos en este tipo de cuestiones. Por eso no se entiende, a menos que quienes cumplen ese papel en el departamento de Industria, Comercio y Turismo no hayan tenido en cuenta lo que su jefa debe declarar ante la erupción volcánica que se vive estos días en la isla canaria de La Palma.
Otra cosa es que la señora ministra lo haya hecho por su cuenta y riesgo, sin reparar en lo que se debe decir y en lo que no ante una situación tan grave como la que viven estos días cientos de familias en ese lugar, después de perder sus casas y cultivos, nada menos que la fuente de sus vidas de generación en generación, señora ministra.
Cierto es que la señora Maroto ha matizado después estas lamentables declaraciones a Canal Sur Radio: "Desde Turespaña y desde las embajadas vamos a dar toda la información para que la isla (de La Palma) se convierta en un reclamo para los turistas que quieran ver este espectáculo tan maravilloso de la naturaleza con prudencia, porque ahora mismo lo que nos preocupa es la seguridad de ciudadanos y turistas”.
Hablar de reclamo turístico ante una tragedia como la que afecta La Palma es muy deplorable e impropio de un alto cargo del Gobierno de la nación, máxime cuando lo que prima ante todo, ahora y en los próximos meses, es hacer frente a las consecuencias de un desastre de esta naturaleza, tal como la ministra añadió posteriormente a modo de “matización”.
Lo que cabe en estos casos es que Reyes Maroto se disculpara de su frivolidad, pues ya que todo frente a este desastre natural se ha llevado a cabo con las medidas preventivas suficientes por parte de los servicios públicos como para que no se registraran víctimas mortales, lo del “reclamo turístico” desentona en extremo y es una patada en la sensibilidad de la condolida población palmeña. Matizar no es bastante en estos casos, señora ministra. Lo que procede es pedir perdón.
DdA, XVII/4956
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