martes, 14 de septiembre de 2021

MONSEÑOR SANZ MONTES: USTED ESTÁ POSEÍDO POR EL DEMONIO DEL FANATISMO


Ramón Menéndez López

Sr. Sanz Montes:

Le ruego no se enfade si me lee. Le he definido como “energúmeno”. Esta palabra griega se aplicaba a quienes estaban agitados interiormente. Santo Tomas, Vd. lo conocerá, decía que energúmeno es aquel que por tener un humor melancólico terrestre, pierde la razón y muestra su cólera sin poder controlar sus emociones. Otras definiciones aplican esta palabra a quienes están poseídos por el demonio.

Su homilía, el día de Covadonga, ha sido el paradigma de la imbecilidad. Nada que decir dado que fue acorde con su manera de ser. Pero la aclaración que hace de aquellas palabras, le redime de su estulticia: “Yo hablo de la vida y quienes están con la muerte estarán disgustados”. Si. Vd. habla de la vida. De su buena vida. De una vida que parasita la fe y las legítimas creencias de los ciudadanos. Una vida instalada en el cuidado por las finanzas diocesanas, una vida protegida por el “respeto institucional” de los ciudadanos, una vida plana, llena de tópicos socioreligiosos que tratan de llenar de lodo la fe , no madurada, de los fieles. Una vida ausente de la empatía con los que sufren. Una vida que trata de sacar sus réditos de la muerte: en esa muerte, comenzando por la de su Cristo, se fundamenta su fanatismo religioso. Una “vidorra”, Sr. Sanz Montes. Esa es su clave.

Y, ciertamente, tiene razón. Los que convivimos con la muerte, estamos disgustados. Hemos convivido con la muerte día tras día tratando de vencerla. Hemos empleado nuestra ciencia, nuestra palabra cercana, nuestra caricia al lado de una cama ante quien demandaba “vida”. Hemos defendido, y defendemos, la vida como una propiedad individual mientras otros “abogan por el mas allá” como instrumento alienatorio del “más acá”. Nuestro Palacio Episcopal se llamaba Hospital, Centro de Salud, cabecera de una cama. Palabras que nos piden una ayuda para una muerte digna cuando la vida ya no es posible. Los que convivimos con la muerte estábamos muy disgustados al tener las manos atadas por el fundamentalismo de una Ley, bendecida por Vds., que nos llevaba ante el Juez por “mala praxis”. Hoy, una Ley , ampara a quienes explícitamente y con absoluta libertad individual desean acogerse a ella.

Sr. Sanz Montes, Vd. esta poseído por el demonio del fanatismo y de la intolerancia. Vd. es un energúmeno. Vd. está muy lejos de los que sufren, de la libertad individual, de la convivencia y de la Ley. No se enfade por la palabra: no es un insulto. Es una descripción. El Dios de todos, sin duda no es su Dios.

    DdA, XVII/4950    

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