LOS PARALÍMPICOS Y LOS IDOLATRADOS

Félix Población

Los juegos paralímpicos tienen una historia muy corta. Fue Ludwig Gutmann quien los puso en marcha en 1960 para atletas con todo tipo de discapacidades físicas, mentales o sensoriales. 

Estos días se están celebrando en Tokio los juegos paralímpicos correspondientes a 2020, sin que los medios de comunicación presten a los atletas españoles la atención que merece un país que ha logrado hasta ahora 27 medallas y ocupa el undécimo puesto en el medallero, encabezado por China, Reino Unido, la Federación Rusa y Estados Unidos. 

Con esas medallas, España ha conseguido igualar las conseguidas en la anterior edición, celebrada en Río de Janeiro en 2016, encabezada también por China, con 231 medallas, muy por encima de las logradas por el Reino Unido y Ucrania. Quiere decir esto que nuestro país mejorará cinco años después esa cifra, a pesar de que ni entonces ni ahora tuviera la repercusión mediática que cabría esperar. 

Sin embargo, durante las últimas semanas y en estos días asistimos de manera pertinaz a la constante información, los múltiples comentarios y análisis relativos al fichaje de un gran futbolista que se ha ido de un club español a un club francés y al de otro no menos codiciado que podría ser fichado por un club español procedente de un club francés por casi 200 millones de euros.

Contrasta esta idolatría de los medios a los deportistas profesionales multimillonarios con la precaria información que nos llega de nuestros paralímpicos. En torno a los primeros se monta todo un negocio mundial que los hace ídolos de las multitudes, mientras que quienes lo dan todo por superarse a partir de sus discapacidades no merecen el tratamiento mediático que se les debería como modelos de superación y esfuerzo. Personalmente, disfruto viéndolos competir en cualquier deporte.

Ellos con sus músculos y su razón mental de lucha  son lo que necesita este mundo podrido por el dinero y la estupidez. Por eso quizá me hacen llorar cada vez que los veo lograr sus metas. Mi gratitud a todos ellos por dar fe de los mejor del ser humano.

     DdA, XVII/4936