martes, 14 de septiembre de 2021

LA DIMISIÓN DE YOLANDA DÍAZ PODRÍA HACER CAER AL GOBIERNO


Víctor Guillot

El cuerpo bronceado, el cansancio anticipado, el futuro ilegible, el asco en la vena, un horizonte misterioso y vacío: los ertes continúan, la factura de la luz no alcanza límites y así en este plan. Mientras tanto, en el gobierno de Pedro Sánchez se discute la subida del salario mínimo interprofesional y una reforma laboral que está sobre la mesa pero de la que nadie habla públicamente.

La orteguiana rebelión de las masas se ha calmado este verano. Basta un billete de hotel o una carta de embarque para que todo tenga la apariencia de lo inefable y calmo, el sentido zen y hedonista previo a la llegada del tsunami, como en una peli de catástrofes. Somos una utopia de obreros sostenidos por el euro y un Plan Marshall que lo envuelve todo, como el papel de regalo envuelve un souvenir. Somos un souvenir. Esa es la metáfora del día. El turista siempre es otro. De esta utopía barata de ayudas y subvenciones, venimos viviendo todos estos meses y seguiremos viviendo así durante unos cuantos meses más si Yolanda Díaz decide prorrogar los ertes y se demora con la reforma laboral.

Asturias se ha convertido en la utopía de los turistas nacionales. Somos la utopía de la noche fresca y nublada, de las playas protegidas, el bosque mágico y el hermano oso, a pesar de que la hostelería asturiana las ha pasado bien putas. Asturias es el milagro del turismo y un plan de vacunación que consolida a Adrián Barbón en la bancada del gobierno y la secretaría general de su partido. Nos salvamos como utopía de los andaluces y extremeños, como el placebo de aragoneses, navarros y manchegos. Somos el paraíso nacional entre el orbayu apacible y el ruralismo de postal. Somos la foto vieja que enmienda la España vacía; la aldea perdida, ansiosa y desnortada de unos cuantos turistas.

Pero septiembre es un mes caliente, como lava bajo el volcán, con Yolanda Díaz anunciando una ruptura en el gobierno de Pedro Sánchez si no se saca adelante la reforma laboral. Lo cuenta Antonio Trevín, ex-presidente del Principado en su tribuna de La Nueva España. Trevín, entre foto y foto de un amanecer en San Lorenzo, desgrana la actualidad con vocación de cronista parlamentario. Habría sido un buen periodista. El caso es que si el 31 de diciembre no está derogada en el BOE la actual normativa laboral, la vicepresidente segunda del gobierno dimitirá. Dice Trevín que Díaz lo soltó dos veces, por si alguno no lo había pillado, el otro lunes, en las jornadas organizadas por la UGT. Su dimisión podría hacer caer el gobierno de Sánchez. Todos sabemos que si la legislatura termina sin una nueva reforma laboral, Pedro Sánchez estará condenado. No habrá spin doctor que le limpie ese manchón de la camisa, por muy blanca y estirada que la vista. En Podemos no van a esperar a un cuarto año de mandato para que la reforma comience. Ahora o nunca. La suerte está echada.

MiGijón  DdA, XVII/4950

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