jueves, 2 de septiembre de 2021

EL PSOE NO PUEDE ESTAR A LA VEZ CON EL OLIGOPOLIO ELÉCTRICO Y CON LA GENTE


Editorial

El PSOE y Unidas Podemos firmaron tras las generales de noviembre de 2019 un acuerdo de gobierno que el partido liderado por Pedro Sánchez no puede seguir incumpliendo. El régimen del 78 de la II Restauración borbónica fue diseñado para que, en la línea del turnismo de la I Restauración borbónica –el de los conservadores de Cánovas y los liberales de Sagasta–, dos grandes partidos de “centro” –uno de “centroderecha”, el PP, y otro de “centroizquierda”, el PSOE; ambos con la misma política económica– se turnaran en el Gobierno con la bendición de la oligarquía que sostuvo a Juan Carlos I y que sostiene a Felipe VI, piedras angulares del régimen.

Entre otras cosas, por eso para las formaciones a la izquierda del PSOE no ha sido fácil llegar al Gobierno central; tanto, que –en más de cuatro décadas de régimen del 78– ninguna formación a la izquierda del PSOE llegó al Gobierno central hasta que UP logró hacerlo precisamente tras las generales de noviembre de 2019, repetición de las celebradas siete meses antes. Por eso ha habido que esperar más de siete décadas para estar ante el primer Gobierno de coalición desde la II República, derrocada por el golpe de Estado franquista de julio de 1936.

El PSOE –con 120 diputados– y Unidas Podemos –con 35– no alcanzaron la mayoría absoluta en las generales de noviembre de 2019, por eso precisaron y siguen precisando de formaciones como ERC o EH Bildu para gobernar. El PSOE tampoco puede seguir incumpliendo los acuerdos firmados con ellas.

El PSOE no puede seguir sin derogar la reforma laboral de 2012 ni la ley mordaza, no puede seguir sin regular el precio del alquiler de vivienda, no puede seguir sin poner coto a un oligopolio eléctrico que se embolsa beneficios multimillonarios mientras la factura de la luz bate récords un día sí y otro también

El régimen del 78 y su ley electoral fueron diseñados para que PP y PSOE se turnaran en el Gobierno, no para que gobernara la izquierda. Pese a ello –y pese a un poder mediático volcado contra la formación morada desde la irrupción de esta–, por primera vez en más de cuatro décadas hay una fuerza de izquierdas en el Gobierno, y también por primera vez en más de cuatro décadas el Gobierno depende de formaciones de izquierdas en el Congreso.

Pero el PSOE se empeña en seguir incumpliendo el acuerdo de gobierno, se empeña en decir que está con la gente cuando está con la oligarquía, y en el caso del oligopolio eléctrico con unas empresas en cuyos consejos de administración ha tenido sentados a Felipe González –cuyo Gobierno inició la privatización y liberalización del sector eléctrico que después culminó el de José María Aznar (PP)–, a Narcís Serra, a Josep Borrell, a Pedro Solbes o a Elena Salgado.

Unidas Podemos ha tenido que animar a la población a movilizarse en las calles para exigir al Gobierno –en el que está, pero en el que está en minoría– que sea “audaz” y “valiente” frente al oligopolio eléctrico. El poder mediático ha tildado esas movilizaciones de movilizaciones “contra el Gobierno”, pero no serían movilizaciones “contra el Gobierno” sino más bien movilizaciones “a favor de que el Gobierno –es decir la mayoría del Gobierno, es decir el PSOE– cumpla el pacto de gobierno”.

El PSOE no puede estar en dos sitios a la vez: con las eléctricas del oligopolio y con la gente que sufre sus abusos en la factura de la luz. Debe elegir, y su acuerdo de gobierno y sus acuerdos de investidura le marcan el camino.

Por qué el PSOE se empeña en incumplir el acuerdo de gobierno –a pesar de lo flagrante del caso del oligopolio eléctrico y de la factura de la luz– es la primera pregunta a hacerse. Qué debería hacer Unidas Podemos si el PSOE sigue empeñándose en incumplir el acuerdo de gobierno es la segunda.

Cumplir el acuerdo de gobierno es el mejor antídoto contra el PP –que ahora se queja de la factura de la luz pero que fue quien entregó al oligopolio eléctrico todas las herramientas necesarias para convertir la electricidad, un bien de primera necesidad, en otro bien de mercado– y sus socios de una ultraderecha blanqueada un día sí y otro también por el poder mediático. Incumplirlo, el peor.


La última hora  DdA, XVII/4937

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