Marcelo Noboa Fiallo
La pregunta del millón, ¿De
qué depende el que una obra literaria sea una gran obra y además leída y
alabada por los lectores? De la o las respuestas que se den a la pregunta del
millón, surgirán otras preguntas y otros interrogantes a despejar. Es obvio
que, en este vano ejercicio de verano, en el que me hago esta pregunta, dejo de
lado a los grandes, a los consagrados, a los que la historia les ha reservado
su espacio y su lugar. No son discutibles Tolstói, Dostoievski, Shakespeare, Victor Hugo, Neruda, Dickens,
Joyce, Cervantes, Kafka, García Márquez, Valle Inclán, Lorca…y todos los que
queramos añadir, pero a partir de que lleguemos a cerrar la lista, todos los
demás pertenecen a ese limbo en el que la suerte, los “padrinazgos”, los
intereses editoriales, los lanzamientos “acordados”…determinan que libros
debemos leer.
Por supuesto, también dejo
fuera de éste comentario a los “best seller” que juegan en otra “liga” y con
otros parámetros. Personalmente huyo de los “best seller”. La pregunta del
millón refiere a escritores “mortales”, no a los que comparten espacio con los
dioses del Olimpo literario. Se refiere a aquellos escritores que hoy, al
entrar en una librería su sola presencia (me refiero a sus libros) nos abruma,
nos acosa y nos deja pequeños.
Este verano he leído varios
y, en algún momento dos a la vez, lo que te permite comparaciones literarias
inevitables y, de paso, continuar con la pregunta del millón. Uno de ellos es
el magnífico libro de cuentos del escritor Félix Población, “La risa de vivir y
otros cuentos sin cuento”. Constituyó para mí un auténtico descubrimiento
literario. Nos habla de un mundo y unos oficios muertos, pero consigue, a
través de un lenguaje envolvente, riquísimo en expresiones perdidas, que el
relato consiga su perdurabilidad. Un placer leerlo.
Su lectura coincidió, por
azar, con la lectura de “Independencia” de Javier Cercas. Autor consagrado que
no necesita presentación. No me atrapó, como si lo hizo Félix Población. No
disfruté como si lo hice con los “Cuentos sin cuento”. De entrada, el título
“Independencia” es tramposo, es engañoso y, por tanto, te defrauda y te sientes
engañado. Crees que va a abordar el rico y complejo mundo del “procés” catalán,
como así lo ha hecho en sus diversos artículos dedicados al tema. Pero nada más
lejos de la realidad. En dos páginas escasas pone en boca de uno de los
protagonistas un comentario sobre el conflicto catalán, todo lo demás es una
novela negra más de las que pululan en el panorama literario. Sin pena ni
gloria. Sin embargo, su libro ha acaparado tertulias, comentarios, loas,
escaparates de librerías y, supongo un éxito de ventas.
El libro del
salmantino/asturiano, Félix Población, ha tenido que recurrir a la autoedición
(Círculo Rojo) y, que yo sepa, nadie le ha brindado el espacio necesario para
la difusión de su libro a pesar de tener otras obras publicadas.
Lo mismo tendría que decir
del escritor zaragozano, Chesús Yuste, quien nos ha regalado una historia tan
mágica, como riquísima del peculiar mundo irlandés, sin olvidar los resquicios
de su trágica historia de violencia, “La memoria de la turba”. Sorprende la
capacidad de este escritor para meterse en la piel y en el alma irlandesa.
Nadie diría que es una novela de un escritor español. Sin embargo, su
publicación se ha hecho gracias a la ayuda del gobierno aragonés y en una
editorial de provincias, “Xórdica”.
No me olvido del disfrute
que para mí ha sido releer a los 25 años a Tabucci, con su imprescindible,
“Sostiene Pereira”, o “No digas nada” de otro vasco interesante (ed. Erein) o,
una vez más el incombustible Paco Ignacio Taibo II, con su corta novela,
“Sabemos cómo vamos a morir” localizada en el gueto de Varsovia, o “El lunes
nos querrán” de Najat El Hachmi, un relato sobre el arduo camino hacia
liberación de la mujer del asfixiante machismo. Y, por supuesto del deleite
infinito que supone leer despacio y a trozos el inmenso ensayo de Irene
Vallejo, “El infinito en un junco”. Finalmente, no me olvido de mi compatriota y
amigo, Johnny Jara Jaramillo y sus deliciosos cuentos en New York.
Me ha impactado y
sorprendido el “El Refugio de los canallas” del escritor vasco Juan Bas de otra
editorial desconocida, “Alrevés”, sobre el conflicto vasco. Novela que indaga
no sólo en el sinsentido y la estupidez de la lacra de ETA, sino también en la
bajeza moral y las cloacas de los GAL, “tan canallas como los etarras”.
Ingredientes que el escritor, hoy, elevado a los altares del Olimpo, Fernando
Aramburu, gracias a su novela “Patria”, no supo reflejar en su novela, a la que
le faltó precisamente eso, lo esencial de una novela, literatura. Y sin
embargo, los responsables de la pregunta del millón, se encargaron de elevarle
a los altares, “Lo hicieron los Episodios Nacionales de Galdós, justo cuando
hacía falta recordar, lo hizo Guerra y Paz, de Tolstói, cuando corría riesgo de
olvido el origen de la Rusia moderna, lo mismo ha hecho Fernando Aramburu con
su novela” (José Carlos Mainer, crítico literario de El País). Olvida el
crítico literario que en Tolstói y Galdós, hay literatura con mayúsculas, lo
que los ha colocado en el Olimpo de los dioses, en la novela de Aramburu, no.
Sin embargo, ya puede el autor de “Patria” sentirse en la gloria, sentado a la
diestra de Galdós y Tolstói
Si
la pregunta del millón no es fácil contestar, sin embargo, a nadie lo podrá
extrañar que “Los Vencejos”, a punto de empezar el otoño, sobrevuelen nuestras
cabezas. Hace un par de días, entré en una librería y “Los Vencejos”, lo
copaban todo. Había que abrirse paso entre vencejo y vencejo a punto de
picarte.
Una
novela que llevaba días buscando, intentaba “respirar” y abrirse paso entre
tanto vencejo. No lo dudé y me hice con ella, “El librero de kabul“ de la
escritora noruega Asne Seierstad y dejé que los vencejos continuaran agobiando,
con su presencia, al personal.
DdA, XVII/4943
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