Entra pisando fuerte en el nuevo curso político el periódico CTXT, que hoy domingo depara a sus lectores un texto que parece de folletón decimonónico, propio del sigo XIX, en el que se nos anuncia un relato lleno de espías, petrodólares , sátrapas, pasión y amor.
Ernesto Ekaizer
Oh caballeros, la vida es
corta…y si vivimos, vivimos…para pisotear la cabeza de los reyes.
William Shakespeare
Enrique
IV, escena II
En los últimos tres años y medio, las actividades presuntamente
ilícitas de Juan Carlos I han sido investigadas en Suiza y en España con una
peculiaridad: no está formalmente imputado en ninguno de los dos países. Pero
ahora, mira por dónde, la demanda civil
de Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, su ex amante, ante el Tribunal
Superior de Justicia de Inglaterra, le ha obligado a saltar al ruedo. La demanda,
firmada por Corinna el 29 de diciembre de 2020, fue tramitada en marzo de 2021
y el texto le fue remitido a Juan Carlos I al Palacio de la Zarzuela en Madrid
y a su residencia de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), donde vive
desde el 4 de agosto de 2020. Fuentes jurídicas señalan que Juan Carlos I se
resistió a dar el acuse de recibo al documento de 30 folios que contiene los
denominados particulars
of claim -el relato del caso y de los hechos-, una conducta que
varió con posterioridad y que ha conducido al Emérito, de acuerdo con la
sugerencia de su abogado –el penalista Javier Sánchez-Junco, ex fiscal de la
Fiscalía Anticorrupción–, a contratar al carísimo bufete Clifford Chance de
Londres, según se ha comunicado al Tribunal Superior de Justicia.
Juan Carlos I ya intervino discretamente, sin ser imputado, en el procedimiento
helvético seis días después de que el fiscal de Ginebra Yves Bertossa abriera
las diligencias de investigación el 6 de agosto de 2018, tras filtrarse en
España las conversaciones entre Corinna y el excomisario y padre de todas las
cloacas, José Manuel Villarejo. El abogado suizo del rey, Dante Canonica, le
pidió a este que firmase una carta para presentar en el procedimiento suizo en
la que debía asegurar que había donado a Corinna de forma “irrevocable” los 100
millones de dólares, que ella no le había devuelto ninguna cantidad que, por
otra parte, jamás le había solicitado, y por último, que ella nunca había sido
su testaferro, contrariamente a lo que se afirmaba en la prensa española.
Juan Carlos I viajó a Ginebra a visitar a su hija, la infanta Cristina, el 12
de agosto de 2018 y aprovechó su estancia para firmar la carta, que Canonica
presentó al prestar declaración ante el fiscal Bertossa unos días más tarde
EL ARTÍCULO PROSIGUE EN CTXT DdA, XVII/4947
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