viernes, 20 de agosto de 2021

LORCA FUE ASESINADO POR SU COMPROMISO CON LOS PARIAS Y POR BORDAR AMORES



Francis Reina Corbacho

Un día como el 18 de agosto, fusilaron a Federico García Lorca. En un ejercicio de revisionismo histórico consciente, algunos especialistas lorquianos, de un tiempo a esta parte, se empeñan en desligar la implicación política y la orientación sexual del poeta, de las causas de su asesinato. Sin embargo, los hechos impugnan este empeño en blanquear y despolitizar el fusilamiento del poeta, tan comprometido con los parias por esa “comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío… del morisco que todos llevamos dentro”. Veamos, más allá del contenido social de sus obras -que, de por sí constituyen un claro ejemplo de implicación política para con la sociedad de la época-, algunos ejemplos:

En el año 1924, Lorca ya había formado parte de un sector que escribió a Primo de Rivera para defender el catalán como "idioma hermano" ante las medidas dictatoriales del Gobierno: "Es el idioma la expresión más íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo, y nosotros ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catalán, siendo en el futuro un motivo de rencores imposible de salvar, queremos con un gesto afirmar a los escritores de Cataluña la seguridad de nuestra admiración y respeto por el idioma hermano". Parece evidente el compromiso político del poeta universal. Sin embargo, algunos ponen en cuestión el mismo de igual forma que discuten la relevancia de su homosexualidad para explicar su final. Pongamos algunos ejemplos de la homofobia incuestionable contra Federico, (otra) causa insoslayable de su asesinato.

9 de agosto, 1936. Una amiga de la familia, en 1966, confesó lo que ocurrió aquella tarde, estando el poeta en busca y captura por los sublevados: "A Federico le dijeron allí dentro "maricón", le dijeron de tó. Y le tiraron por la escalera y le pegaron (…) Yo estaba dentro (...) y le dijeron "maricón". Al padre no le hicieron ná. Fue al hijo". Es cuando Lorca pide auxilio a los Rosales. Se queda en su casa, supuestamente protegido. Pocos saben que Benet, un barbero falangista, reveló que "a Lorca le torturaron, sobre todo en el culo; le llamaban maricón y ahí le golpearon. Apenas si podía andar".

Madrugada del 18 de agosto. Hoy, en 1936. El final que todos tristemente conocemos. José Luis Trescastro, militante de Acción Popular, esa misma mañana, lo anunciaba con alegría por Granada: "Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón”. Tiempo más tarde, seguía vanagloriándose: “Yo he sido uno de los que hemos sacado a Lorca de la casa de los Rosales. Es que estábamos hartos ya de maricones en Granada".

El Lorca "socialista", "amigo de Fernando de los Ríos", "masón", y ejecutor de "prácticas de homosexualismo y aberración", tal y como señalaba un informe policial fechado el 9 de julio de 1965, había sido asesinado. Informe donde el poeta estaba conceptuado como "socialista por la tendencia de sus manifestaciones y por lo vinculado que estaba a Fernando de los Ríos, como también por sus estrechas relaciones con otros jerifaltes de igual signo político". 

Sin duda, su compromiso político, social, cultural y su condición sexual fueron claves para entender el motivo de su fusilamiento. Bastaba ver, antes del asesinato, cómo trataba la prensa fascista a Lorca. Por ejemplo, Gracia y Justicia, órgano extremista del humorismo nacional, fundada en 1931 por Manuel Delgado Barreto, director de La Nación, difundía titulares como “Federico García Loca o cualquiera se equivoca”. Lorca, por su homosexualidad. La revista ultraderechista El Duende, en su caso, acusó a La Barraca de ser “una pandilla de sodomitas”, denunciando que “También el Estado da dinero para La Barraca (…) ¡Qué vergüenza y qué asco!”. En junio de 1934, el órgano falangista FE recoge el testigo y acusa a La Barraca de estar pervirtiendo a los honrados campesinos españoles con “costumbres corrompidas propias de países extranjeros”, con “su promiscuidad vergonzosa” y su obediencia a los dictados del “marxismo judío”.

Pararé aquí. Hay muchas más evidencias igual de incontestables, sólo hay que buscar y, sobre todo, no querer tapar bajo el manto de las mentiras premeditadas la verdad irrebatible de que Lorca fue asesinado por motivos ideológicos y políticos, lo que, sumado a su condición sexual y a las rencillas familiares, hicieron del poeta crisol de todo lo que el franquismo quería destruir: disidencia, homosexualidad, cultura, libertad. Por cierto, sus verdugos murieron en paz. Algunos incluso ascendieron de rango y fueron condecorados con honores por sus servicios. Franco goza de un monumento en su honor sostenido con dinero público, franquistas tienen calles y Lorca sigue en una cuneta.

A mi juicio, Lorca fue asesinado por llorar cuando le daba la gana. Por ser un niño vencido en el colegio y el vals de la rosa herida. Por gemir como un pájaro con el sexo atravesado por una aguja, enemigo del sátiro, enemigo de la vid y amante de los cuerpos bajo la burda tela. Por tener la barba llena de mariposas. Por bordar en la bandera de la libertad el amor más grande de su vida. Hoy, 85 años después, su mirada verde, el forcejeo aniquilante entre el ser y la externa presión del parecer y aquel matiz que no era la verdad de su corazón son legado. Su trágico final, impulso. Le pese a quien le pese.

El Salto DdA, XVII/4927

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