Leticia Gondi
En una sociedad adulta hecha de personas coherentes, los escépticos, que ojo, tienen todo el derecho del mundo a entornar el gesto y dudar, a llenar las redes con sus serias discrepancias al respecto, a cuestionar que en el trasfondo de la brutal agresión de Samuel estuviese el ODIO, a insistir en que las manifestaciones populares de repulsa no tienen sentido al tratarse éste de un crimen CUALQUIERA, y lo que buscamos, los otros, los de siempre, es hacer ruido, es protagonismo, es dividir o romper, o polarizar, o ensuciar el buen nombre de España.
Porque ya se sabe que la afrenta no la provocan los agresores, sino las propias víctimas al atreverse a denunciar, haciendo lo que ellos consideran RUIDO mediático. Ese que tanto les incomoda. Que tanto les molesta. En un país,como digo, hecho de personas DECENTES, una vez se ha sabido que sí hubo una motivación homófoba tras el crimen de A Coruña, lo propio sería que todos aquellos “investigadores frustrados” que insistieron en negarlo taxativamente, invirtiesen hoy, o mañana, el mismo tiempo en DESDECIRSE; un “me he equivocado” a lo Borbón, bastaría. Lo que viene siendo reconocer un error; pero no.
Ahora que se sabe que Samuel SÍ murió por ser MARICÓN, los dudosos callarán como afogaos con la triste, tristísima complicidad de un padre que quién sabe si humillado por la propia condición sexual de su hijo, no pedirá, me temo, justicia [sobre todo] para hacer de este un mundo 100% SEGURO donde cada uno pueda ser lo que le dé la gana, con total libertad, sino respeto y calma para que no focalicemos este caso desde la perspectiva homófoba y no llamemos nazis de mierda a los nazis de mierda…
DdA, XVII/4919
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