Félix Población
Me gustaría que alguno de los
profesionales de ese género tan prestigiado como denigrado que es el periodismo
de investigación, tuviera la iniciativa de dedicar un trabajo al posible
incremento que ha experimentado la telefonía comercial de los seguros privados
de salud desde que el virus de la corona
asoló las residencias de nuestros ancianos y saturó de enfermos los hospitales,
ocasionando una auténtica masacre de la que parece hemos salido indemnes, si
por tan calificativo se entiende el de nuestra indiferencia ante una sanidad
pública colapsada.
Digo esto porque en el transcurso
de los últimos meses he recibido en mi domicilio repetidas llamadas telefónicas
de un seguro privado de salud, cuya argumentación para que lo suscribiera no
puedo dejar de pasar por alto. La voz mecánica de la operadora hizo énfasis en
que, ante la saturación de la sanidad pública, me convenía utilizar la sanidad
privada, ante lo que argüí que si la sanidad pública está como está es, entre
otras cosas, por los pingües negocios que se programan para la sanidad privada
a costa de la sanidad pública.
En ese momento, la réplica de
la fría operadora es por sí misma merecedora de este breve comentario, pues
alegó que si yo suscribía un seguro médico privado favorecería la descongestión
de la sanidad pública, beneficiando con ello a quienes son sus usuarios habituales porque no pueden
hacerse un seguro como el que me planteaba.
Le pregunté entonces por qué suponía
que yo sí podía pagar ese seguro, a lo que respondió que la llamada obedecía a
un barrido telefónico realizado en la pequeña localidad en la que resido. Le
faltó añadir que entre el vecindario de esta localidad el poder adquisitivo es lo suficientemente
desahogado como para hacer ese barrido con algún fruto.
Seguimos sin disponer de atención primaria presencial en buena parte del país, pero diez millones y medio de españoles tienen suscrito un seguro médico privado en un sector que crece cada año. Entre los años 2018 y 2019 el incremento fue de más de un tres por ciento. Me gustaría saber qué datos se registran al respecto después de o durante la pandemia, porque lo que se deduce con las llamadas telefónicas repetitivas es que el sector está trabajando en firme para que sus cuentas sean cada vez más saneadas mientras la sanidad pública sigue tratando a distancia y con urgencia telefónica a los enfermos de atención primaria en pueblos y ciudades.
¿Hasta cuándo? ¿O estamos en los inicios de algo peor para la sanidad que venimos pagando desde hace decenios con nuestra vida laboral? ¿Debilitará aún más la pandemia nuestra sanidad pública, cuando lo procedente sería reforzarla y enmendar todo lo que ha contribuido a mermar sus servicios?
DdA, XVII/4909
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