Ángel Viñas
(Del articulo publicado hoy en el diario Público)
La guerra civil no se produjo
espontáneamente. Fue el resultado de una conspiración monárquica, militar y
fascista. Comenzó tibiamente en el primer año de vida de la República, tomó
viento en el extranjero al siguiente y, tras la amnistía otorgada por el primer
Gobierno Lerroux, sus responsables se trasladaron a España. A partir de 1934 se
aproximaron a la Italia fascista y crearon una organización subversiva en el
seno del Ejército. En octubre de 1935 se informó a Mussolini que, si las
izquierdas volvían al poder aunque fuese por medio de elecciones, los
monárquicos y militares se sublevarían. Así, pues, de generación como
respuesta a los desórdenes públicos en la primavera de 1936, rien de rien.
El asalto al
régimen democrático y al gobierno constitucional fue liderado por militares y
políticos monárquicos, más o menos fascistizados, que lo justificaron con
pretextos espurios: entre ellos, la amenaza roja (incluso soviética) que
supuestamente se cernía sobre la patria. Con la idea de seguir las desangeladas
palabras de uno de los conspiradores y alcanzar la victoria tras una guerra
corta.
¡Ay! Una parte del
pueblo español no rindió las armas y tampoco anticipó los casos de Austria o
Checoslovaquia años más tarde. El gobierno legítimo se vio, no obstante, dejado
en la estacada por sus aliados naturales: franceses, británicos y
norteamericanos y condenado a su suerte en virtud de la política de no
intervención. Naturalmente, con el indisimulado regocijo de nazis y fascistas
que fueron poco a poco acentuando su ya bien demostrado desprecio a las
democracias. Cero patatero, pues, al señor Casado en la primera parte de su
desafortunada formulación.
Un cero quizá matizado en la
segunda, porque los sublevados retorcieron torticeramente la ley, declararon
como tales a quienes no se les unieron y empezaron, desde el primer momento,
una "limpia" sin paralelo en la historia de España. Bajo el manto de
una hoy inconcebible subversión del derecho, apoyado después por el Francoprinzip (aplicación
castiza del Führerprinzip). Y,
sin olvidar, bendecidos por la Iglesia católica española de la época.
Los sublevados se
dotaron de una ley, la suya, fuera de todo control que no fuera el propio. Con
ella en la mano subsistieron hasta prácticamente 1948. Entonces se dignaron
sustituir el bando de guerra por otro sistema en el que solo varió la
invocación jurídica porque, aunque la guerra había terminado casi diez años
antes, la campaña contra el rojo debía continuar.
En resumen: es
arriesgado querer subsumir en una frase de pocas palabras más de cuarenta años
de historia. Hay que tener para ello una habilidad especial. El Sr.
Casado es muy dueño de creer que la tiene. Debe, sin embargo, aguantar que
mucha gente, y entre ella muchos historiadores, pensemos que la ha destilado en
una formulación escasamente afortunada. Sugerencia: que lea más historia
o busque mejores preparadores de discursos.
Léase@también: Respuesta desde Escocia a la "ley sin democracia" de Pablo Casado, por Félix Población (InfoLibre)
No hay comentarios:
Publicar un comentario