Celso Miranda
Un tonto en política puede hacer mucho daño. Y
digo tonto pero podría decir ignorante con insistencia, con recalcitrante
insistencia, con avaricia. Llevo esta semana comparando, para mis adentros, y
para mis afueras (a quien quiera escucharme) que el antecesor en el cargo del
actual alcalde, un tal Gabino de Lorenzo, que les sonará, nunca osó atacar de
frente al modelo festivo popular de San Mateo. Sabía que diez días de gobierno
de la izquierda en la calle no hacían daño a sus posiciones absolutistas e incluso
se ponía al frente del éxito masivo de las fiestas. Denominar concesionarios a
los gestores de las casetas festivas cuando los grandes negocios municipales
(el agua, la limpieza,....) son contratos millonarios blindados por décadas es
tener la cara muy dura. Hacerlo en la semana gloriosa de Toni Cantó es de nota.
Ya nos está faltando una Oficina de Defensa del Español en Oviedo, propongo
utilizar el Escorialín para ello, frente por frente a la Banderona, única obra
de relevancia ejecutada a satisfacción por este equipo de gobierno. Tendrían
difícil adjudicar la plaza porque aquí, tránsfugas de Ciudadanos no hay ni se
les espera, todos bien colocados como están los Nacho Cuesta's boys. Comparar
el Metro de Madrid con los túneles bajo el Prerrománico Ovetense, ciscarse así
en la falda del Naranco y su preservación para uso y disfrute de la ciudadanía,
sólo está a la altura de quien, carente de sensibilidad para todo lo que no sea
pecuniario, desconoce e ignora con pertinaz insistencia. Ya es hora de pasar del
"disfrutad de lo votado" a "enfrentad a la estulticia".
Demasiado furaco en la cabeza.
DdA, XVII/4893
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