domingo, 27 de junio de 2021

LA VOZ POÉTICA DE VALENTÍN MARTÍN, ATRAVESADA POR EL AMOR, EN SU PUEBLO Y EL MÍO


Félix Población

Casi medio siglo después, me fui a Santa Inés, en tierras de encinar, río y altas alamedas, allá por Alba de Tormes, para reencontrame con mi primer redactor jefe, que escribe versos y sabe de la vocación de escribir de por vida y por vivir. Santa Inés es su pequeño pueblo y allí presentó sus dos últimos poemarios, entre una parroquia muy emocional, al viento del verano de una Plaza Mayor que mira al campo desde lo alto, con los encinares puestos de pie, muy hondos de raíces y cobijadora, maternal y henchida fronda. Habla Valentín y se le vienen a la voz todos los amigos, quizá porque la Literatura le ha dado sobre todo eso, y es toda una fiesta poder conmemorarlo a la intemperie de los recuerdos arraigados en el primer solar de la vida. Apenas tuvimos tiempos para hablarnos, después de tanto tiempo, pero creo que los dos nos reconocimos en tantos días escritos, sabiendo lo que nos ha movido y afincado en la palabra para seguirla al pie de la letra desde casi nuestras primera letras. Aquí dejo la lúcida presentación que hizo ayer la excelente poeta María Ángeles Pérez López, profesora de la Universidad de Salamanca, de los dos libros de Valentín: 

AMAR POR AMAR NUNCA ES POCA COSA:
EL COBALTO MUDO DEL LENGUAJE EN VALENTÍN MARTÍN

A veces un lugar, un nombre, una coordenada del espacio y del tiempo permite fijar una figura, un modo inequívoco del lenguaje: en Valentín Martín, se llama Santa Inés.
Valentín es el poeta de Santa Inés como el electrón es parte del átomo y lo conforma, como el ala es parte del pájaro y lo conforma, como el viento es hoy parte del árbol y también lo conforma. En esa necesidad de lo necesario. Tautología que solo se explica por un acto de amor, la única palabra del todo necesaria.
No voy a cometer la osadía de presentar a Valentín Martín en su casa. Solo voy a compartir la felicidad por dos libros en una extensa producción que ha abarcado todos los géneros y suma al menos 30 títulos entre crónica, relato, ensayo, poesía.
Pero es que en la poesía se vierte el Valentín más íntimo, el que más cerca sentimos, el que más conjuga las tonalidades de la emoción.
Paliques en paloma lo editó Lastura en 2018 con un prólogo de Marta Marco.
Su título es prodigioso, como gran parte de los títulos de Valentín. ¿O es que alguien puede olvidar un libro que se titula Vermut y leche de teta. Cuaderno de bitácora de un mirón de secano (2017)?
En Paliques en paloma, la figura inmensa del padre, esa orfandad que acompaña con su inmensa herida la vida inmensa. En él, el heno, la flor de la besanía, los gestos de tabaco -verdugo-, el domingo de peces y la memoria sin alamedas. En él, el pueblo y el agua, como dos formas unidas permanentemente en la condena de saberse juntos. En él pardales que parlan en su lengua y el deseo que es siempre más que la piel y su tacto enfebrecido: esa energía en combustión hacia la pulsión sexual como motor inequívoco de la vida. Amanecen, así, las atardecidas. Amanece, así, Paliques en paloma, en el que se suceden las reiteraciones de elementos y el gusto de las palabras capaces de revelar por afinidad, parentesco u oposición zonas innombradas.
En él, también, los chispazos de ironía (“no confundas/…/ a Pemán con un poeta”) y esos juegos de palabras que hacen vibrar la lengua como un animalito de carne que se estremece: hambre de lumbre / pace el hombre mientras la enagua es yugo dulcedumbre. Lengua viva, poesía viva, regalo inmerecido (¿cómo se merece la vida?, ¿cómo se merece la poesía?) de quien escribe para cada uno de nosotros, para su Santa Inés también ya un poco nuestra por su generosidad desbordada, para quien se encuentra en estos libros como esa piel que anhela el roce, los tréboles de cuatro hojas y cinco versos.
El gen inviolable lo publica Lastura en 2019. Los poemas son más largos, los versos tienden a ser amplios y recorren caminos y vericuetos en los que España y Gil de Biedma, el peso de la yerba y la muerte de enero escuchan cómo el poeta sigue engendrando amaneceres, la palabra Libertad con su inmensa carga de sentido, los amigos que lo acompañan permanentemente y a los que homenajea (Manuel López Azorín, Paco Caro), los poetas cuyos ecos se escuchan (como León Felipe o Atahualpa Yupanqui), y de nuevo padre y madre diciendo al hijo cómo se vive la vida después de la vida… para que la aurora no llegue antes de tiempo. Se escucha el cobalto mudo del lenguaje y se recuerdan aquellos tiempos que fueron buenos para el trabajo de la muerte. Pero insistimos en pedir con el poeta que la aurora no llegue antes de tiempo.
El prólogo lleva por título “El poeta que nunca salió de Santa Inés” y en él J.M. Barbot insiste en aquello que tantos sentimos en la proximidad de la obra de Valentín Martín: el autor ha viajado y ha visto mucho, nada de lo humano y su sombra le es ajeno, ha estado cerca de las grandes cuestiones y los grandes nombres de los grandes tiempos pero el gen inviolable es el que va de Salvatierra a Santa Inés y de nuevo a la memoria y desde ella a la infancia, la vida entera, el amor entero.
Santa Inés para volver (Versos de la memoria) era su libro, pero en toda la obra se trasluce ese amor entero, esa verdad tan íntima. Y está dominada por el hermano amor (título de uno de los libros de Valentín). Si San Agustín hablaba del hermano lobo y de la hermana cigarra, el gran hermano de Valentín es el hermano amor. Un poema suyo, “Amor fou”, dice:
AMOUR FOU
Sé que te dan miedo los coroneles y las cigarras
pero lo mío es la paz sin avispas
la mansa rendición del grito
lo mío es amar en lontananza
con la ferocidad de los glaciares
y la quietud de los pastores
lo mío es amar desde el esbozo
y tú la reina del primer mundo
del segundo y del tercero
lo mío es amar por cuenta propia
con el salario mínimo del párpado
clausurado por la devoción de la paciencia
eso es:
amar mientras se escurre el tiempo
camino de los valles
y así pasar la vida río arriba río abajo
como nosotros en los tiempos del cólera
amar por amar ya ves qué poca cosa
Ningún poemario es inútil (uno de los libros de Valentín se titula Poemario inútil) si está atravesado por el amor que Valentín entrega y le devolvemos, de modo intenso, con este largo aplauso.

DdA, XVII/4887

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