jueves, 17 de junio de 2021

LA INDUSTRIA NO PUEDE ESTAR A MERCED DE LOS FONDOS BUITRE

 


Vicente Bernaldo de Quirós

   Si hay una frase desafortunada de los políticos españoles, quizá sea aquella de que la mejor política industrial es la que no existe, que parió el que fuera ministro del PSOE, Carlos Solchaga, pero que bien podría haber representado a la derecha más dura porque a aquel diputado por Navarra, discípulo ideológico y económico de Miguel Boyer, solo le interesaba el dinero y la facilidad para hacerse rico en nuestro país.
   De aquellos polvos, lógicamente, estos lodos. La política industrial española es prácticamente inexistente porque los empresarios solo quieren competir en salarios y no en productividad y ni en desarrollo tecnológico. Y así nos vas a todos porque nuestro país se ha quedado descolgado en la carrera por la modernización industrial.
   Es por eso por lo que regiones con abundante cultura laboral e industrial como Asturias andan decaídas con respecto a las necesidades de futuro y lo fían todo a un pacto que les permita volver a los años dorados, una quimera tan difícil de conseguir como tocar el cielo con la mano.
   Para más inri, la mayoría de las empresas de este país se rinden ante la menor dificultad y o se venden al mejor postor o caen en el más absoluto de los bajones productivos y hasta pierden toda esperanza de seguir manteniendo su nivel de competitividad.
   Este puede ser el caso de Duro Felguera, al que la SEPI (Sociedad Española de Participación Industrial) ha inyectado un importante capital y ha puesto en el cargo de timonel a un gestor de lo público de acreditada solvencia, aunque parece que nombrará próximamente a un consejero delegado que nadie sabe quién será. Y servidor, que está ya escaldado de experimentos sin gaseosa, tiene miedo de que vuelva a ser un ensayo del rescate de la industria con dinero público para que vuelva a ser privado a manos llenas.
   Tenemos en Asturias diversos problemas relacionados con la endeblez de nuestra industria y todas las fuerzas políticas y sindicales se han puesto a movilizar todos sus recursos para lograr, no ya que la región vuelva a ser un paraíso industrial, sino que la presencia del sector secundario tenga influencia en la sociedad.
   Ahí está también el caso de la antigua Alcoa, después de que un juez considerara que los compradores de Alú Ibérica no tenían ni entidad ni rigor para comprar la factoria avilesina. Y eso es lo cruel, estamos a merced de fondos buitres y de estafadores profesionales.
   Yo no sé si la fórmula elegida para salvar a Duro Felguera de la desaparición es la correcta. La veremos a medio plazo. Lo que sí tengo claro es que si Asturias quiere tener influencia en el mundo industrial no solo debe salir a la calle y colocar a todos los políticos detrás de la pancarta. Tiene que estar presente en el accionariado de nuestros sectores productivos para que puedan seguir adelante con el aval de los fondos públicos. Mucho me temo que mis propuestas quedarán en el cajón del olvido. Y siento que sea un tiempo perdido.

    DdA, XVII/4879    

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