domingo, 27 de junio de 2021

ESPAÑA, HACIA LA IDIOTEZ MORAL Y LA BANALIDAD DEL MAL, CON LOS MEDIOS DE ALTAVOZ


Marcos Ferrero

El fascismo es una ideología que florece entre la psicopatía y la idiotez moral. Puede haber mínimas particularidades que sean psicopatías, pero en términos generales la dolencia común es el idiotismo moral.

Personalidades frívolas que desdeñan la moral y banalizan el mal. La psicopatía abre la puerta de la pulsión de muerte, y la idiotez moral abre la puerta a la banalidad del mal. Ambas se comunican, son, una, vaso comunicante y herramienta de la otra y viceversa. Sin idiotez moral no hay banalidad del mal y sin banalizar el mal no puede actuar la pulsión de muerte. Sin estas conjugaciones que además no son espontáneas, sino educativas e interesadas, no da lugar para abrazar el crimen.

Ante esta cosa tan horrible que es el fascismo solo se puede actuar con belleza. La Belleza, como decía Platón y hablando en sus términos, es el camino del Bien, la Verdad y la Justicia. La luz. Sin embargo, la fealdad, lo horrible; es el camino del mal: la mentira, el odio, el racismo, la xenofobia, el machismo, la ira, la violencia, el crimen, la guerra y la muerte. En definitiva, la oscuridad.

La luz es el lugar donde no todo vale, solo valen las cosas bellas. Contrariamente, la oscuridad es el lugar donde vale todo. Menos lo bello. No hay nada bello en lo oscuro.

La belleza solo se encuentra en el amor y la concordia, en la convivencia, en la virtud, la verdad y la justicia. Por estos motivos lo bello es de virtuosos. Y por eso mismo el fascismo no es bello. En él solo anidan malas personas e idiotas morales. Los tiranos, los que les alientan y los que miran hacia otro lado.

En la democracia solo anidan las buenas personas y virtuosas porque la bondad, no es una debilidad. Es una fortaleza y una virtud.

Asimismo, que el periodismo acepte las reglas de juego implantadas por el poder del fascismoeconómico hasta niveles alcanzados, es categorialmente una impostura. Con el agravante de que se acepta con ella la banalización del mal que estudió y denunció Hannah Arendt y que explica de modo claro y pormenorizado en su obra Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.

Con lo que estamos viviendo en la actualidad, se está diciendo implícitamente que el juicio en Jerusalén contra el nazi de las SS Adolf Eichmann fue una comedia o mucho peor aún, que se oponen a su sentencia y le vengarán. El periodismo español en lugar de estar vigilante y frente a esto, está siendo cómplice sirviendo de altavoz.

Eichmann, después de ser estudiado por al menos siete psiquiatras diferentes y otros tantos psicólogos, se concluyó que era una persona normal, y hasta ejemplar para con su familia. Con lo que no sufría ninguna enfermedad mental. ¿Qué le llevó entonces a odiar y asesinar a millones de otras familias que no eran la suya, mujeres, niñas y niños incluidos?

El argumento del genocida nazi que asesinó en el holocausto a millones de judíos, comunistas, anarquistas, gitanos, gays, deficientes y tullidos; fue el siguiente: “solo cumplía con mi deber” (se supone que de cumplir las ordenes del führer) (líder, jefe, caudillo). La filósofa Hannah Arend concluyó que lo que sufren estos sujetos es idiotez moral. (De Adolf Hitler se cree que era psicópata, aunque no se le pudo estudiar al no encontrarle con vida).

El periodismo español de nuestros días en una exhibición  de impostura, está aprovechando el periodo de postverdad para inundarlo todo de mentiras y bulos informativos. Están sometiendo a la población al relativismo absoluto y la banalización del mal a través de un ejercito de idiotas morales que dicen ser periodistas y que solo cumplen con su deber.

Sin embargo, no solo confunden el fundamento axiomático del periodismo, el derecho a la información, derecho fundamental inalienable. Sino que también confunden el concepto del “deber”. Por encima del deber de cumplir órdenes está el deber deontológico profesional y el moral. La orden no está por encima del deontologismo, ni por encima de los derechos fundamentales, humanos, ni constitucionales, y por tanto, tampoco por encima del derecho a la información y el derecho a la Verdad. No hay información en la mentira. En la mentira hay manipulación y engaño, estafa y robo del derecho a conocer y saber.  La mentira y el bulo es una impostura categorial que está llevando a cabo el periodismo de nuestro tiempo ya de manera grotesca y obscena. Un atropello y un atentado contra la democracia y la humanidad.

España camina hacia la idiotez moral y la banalidad del mal, y los medios de comunicación aplauden esta tiranía y están ejerciendo no solo de altavoz para que se lleve a cabo, sino que también ejercen de teatro para la catarsis del estallido social.


La última hora  DdA, XVII/4887


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