miércoles, 9 de junio de 2021

EL HOSTAL DE SAN MARCOS HOMENAJEA A LOS PRESOS DE LA DICTADURA

Lazarillo

El parador de San Marcos de León homenajeó ayer a los casi 21.000 presos de la dictadura que fueron encarcelados en el actual Hostal de San Marcos, de León, con la intención de «saldar deudas» con la historia del emblemático establecimiento de la red, y lo hizo en la figura de Josep Sala, el único y el último de los presos que puede contar aún hoy qué fue aquello. Sala tiene actualmente 102 años de edad, lo que da idea por enésima vez de la "diligencia" con lo que se saldan en este país las deudas con nuestra memoria democrática. Al acto de ayer asistió el expresidente del gobierno Rodríguez Zapatero, propulsor de la primera e insuficiente Ley de Memoria Histórica hace catorce años. «En San Marcos se exterminó de forma selectiva, se torturó y se castigó a miles de personas, todas ellas sin haber sido sometidas a juicio». Jose Sala, como conductor de ambulancia republicano, no disparó ni un solo tiro. Entre los presos estuvo Cástor González Álvarez, que trabajó con otros artesanos en las obras de restauración del antiguo hospital. Aprovecho la ocasión para homenajear asimismo su memoria, por mediación de su hijo, Cástor González Ovies, y recordar la única y grata vez que entré de adolescente en su librería y me pareció, sin saberlo, el artista que fue. ¡Cuántos así dejaron de ser reconocidos por haber defendido la libertad!:


Cástor González Álvarez nació en Rivero (1913) en una familia muy vinculada a la vida cultural de la ciudad. Comenzó a estudiar violín a los nueve años, hasta finalizar estos estudios en el Conservatorio de Oviedo. Participó como violinista en la Orquesta Camuesco. En la Escuela de Artes y Oficios, practicó el dibujo y la caricatura, que ya compaginará siempre con la música. Movilizado en 1936 por la Guerra Civil, partió hacia el País Vasco. Pronto, por sus conocimientos de dibujo y la posibilidad de interpretar planos, pasó de simple miliciano a teniente informador. Durante ese tiempo, hizo Cástor muchas fotografías y también caricaturas. Regresa a Asturias en el verano de 1937 y, terminada la guerra en el norte, fue hecho prisionero y trasladado primero a La Cadellada (Oviedo) y más tarde al campo de San Marcos (León). Sometido a consejo de guerra, fue condenado a tres años de internamiento. Trabajó él, y puso a trabajar a otros artesanos, en los trabajos de restauración del antiguo hospital. Tocaba el armonio y dibujó mucho: allí creó el personaje infantil de ‘Marquitos’, un trasunto de sí mismo.Regresó, ya libre, a Avilés en 1940. Realizó en 1946 una exposición de acuarelas, que le dio notoriedad también fuera de la Villa. En 1955, se empleó como delineante en la Fábrica de Arnao, donde también realizó obras notables, como la decoración de los laboratorios.En 1956 se casó con Josefina Ovies. A la vuelta del viaje de novios (New York y Cuba), abrió su anhelada librería, un espacio creativo y difusor de cultura, que cerró en 1987. Por fin, pudo realizar una exposición de sus caricaturas en Avilés, en 1970, con obras que comenzaban ya en 1928.En 1974 da un giro a su obra pictórica porque le encargan una exposición para ilustrar un ciclo sobre brujería que se iba a celebrar en la Casa de Cultura.Falleció en Llano Ponte en 2001. En 2013, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, se celebró en Avilés una exposición que constituyó todo un acontecimiento en la ciudad.

        DdA, XVII/4871        

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