Vicente Bernaldo de Quirós
Como si se tratara de un bote acumulado récord de Euromillones, los ayuntamientos españoles esperan como agua de mayo en el dinero que reciban de los fondos europeos para poner en marcha iniciativas largamente esperadas e inversiones que los vecinos les reclaman desde mucho tiempo. Y es que este maná que llega de Europa a causa de las consecuencias de la pandemia va a ser absolutamente urgente para el funcionamiento de las administraciones más cercanas a los ciudadanos.
Y tienen razón los municipios cuando reclaman lo que les corresponde, ya que el dinero que debía ser distribuido por las autoridades del Estado para cumplir con sus obligaciones institucionales fue secuestrado por el Gobierno del Partido Popular con la alevosía que caracterizó al entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuya obsesión por pagar el déficit y la deuda lastró el trabajo de los concejos y dejó a muchos vecinos sin sus necesidades más acuciantes.
Todavía no se ha concretado ni el reparto ni los criterios políticos para que el dinero europeo fluya a los ayuntamientos y se pueda generar el empleo preciso para avanzar en la crisis producida por el coronavirus. Pero parece evidente que los proyectos medioambientales de investigación y desarrollo y de mejora de las condiciones de vida de los más vulnerables son elementos cruciales que tienen que estar presentes en la distribución de los fondos.
Apenas se anunciaron por parte de la Comisión Europea las bases de la aprobación de este dinero comunitario para evitar la parálisis de las administraciones y de los países, los más listos del lugar ya pusieron en marcha toda una serie de ofensivas tendentes a llevar el agua a su molino y los lobbies que todo lo quieren para ello han publicado su lista de la compra que beneficie a los de siempre. Precisamente, la salida de la UE a esta crisis sanitaria ha tenido la virtualidad de hacer olvidar a los menos favorecidos los errores e injusticias de la crisis financiera de 2008.
A mí me parece que la distribución de este dinero tiene que estar vinculada a aquellos municipios que se endeudaron por culpa de las políticas rastreras de Montoro y el equipo financiero del PP y deberían ser los que más sufrieron los primeros acreedores a esas cantidades y aunque los habitantes de los municipios en los que gobernaba la derecha y se negaba a invertir en deuda no son culpables de esa situación, a lo mejor podrían esperar as una segunda tanda.
Pero lo que está claro es que los ayuntamientos que reciban el dinero de Europa no tienen que tener las hipotecas ideológicas que caracterizan a la derecha política de este país. Quiero decir que aquellos concejos que se nieguen a percibir los impuestos propios de sus administraciones deberían quedar exentos de las transferencias económicas pertinentes, porque no valer recibir sin dar nada a cambio. Y por supuesto, vale para las autonomías que se dedican a cortocircuitar el Impuesto de Sucesiones y de Patrimonio, que son de su competencia. A ver si vamos a tener que volver a pagarle el yate a los ricos.
DdA, XVII/4865
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