José Antonio Illanes
Pienso en Mohamed
VI, rey de Marruecos. Dicen que está operado del corazón. Me pregunto cómo pueden operar del
corazón a un tipo que no tiene. Porque Mohamed no tiene corazón,
solo tiene dinero y poder.
Se le atribuye un patrimonio de 5.000
millones de euros, un lujoso castillo del siglo XVIII a las afueras de
París, 15 palacios, 1.100 sirvientes, un séquito de 300 personas y cuatro
aviones privados, dos de ellos gigantes.
Es dueño del Hotel
Royal Mansour, uno de los más lujosos del planeta, famoso por su spa de
1.500 m2 de mármol blanco. Tiene una flota de más de 600
coches de alta gama: Porsches, Maseratis, Cadillacs, Bentleys, Rolls Royces. Y uno de los yates
más grandes del mundo, el Badis 1, valorado en 90
millones de euros.
Mohamed se manda hacer los
trajes en Londres, París y Milán y luce un peluco
de oro y mil brillantes valorado en un millón de euros, para ser puntual en sus
viajes a las islas más paradisiacas, donde se pierde con frecuencia, quién sabe
si huyendo de su conciencia o de la sombra justiciera de Alá.
Todo esto posee Mohamed
VI, además de un reino de súbditos sin futuro, abocados a la miseria, al
hambre y a la tristeza, vidas de hombres, mujeres y niños que Alá puso bajo su
custodia y que él utiliza como carne al peso para chantajear a España
y a Europa, porque las fronteras ceutíes son las fronteras europeas.
Los piojos de los pobres son de oro, y
para Mohamed los piojos de los vasallos que hoy
nos envía para presionarnos valen también como cortina de humo. Tras
haberlos traicionado restableciendo relaciones con Israel a cambio del
reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara por parte de Trump,
el norte de Marruecos se ha convertido en un polvorín, y nada mejor que una maniobra de
distracción.
Cuando los regímenes totalitarios están
bajo presión siempre miran a los vecinos, y los vecinos de Marruecos son los saharauis
y nosotros, con Ceuta, Melilla y las Canarias. Y ojo
a las Canarias y al satrapilla de Mohamed. No tendrá corazón,
pero le sobran ambiciones.
Europa
y España deberían parar los pies a Mohamed de una vez para
siempre dándole donde más le duele: el dinero y los lujos. Que alguien con
poder le mande un mensajero en plena siesta: “Otro
envío de mujeres y niños a las fronteras europeas, a ahogarse en el mar, a
estrellarse en los acantilados, y tienes que atracar el yate en Senegal,
Mohamed, adiós a las continuas vacaciones europeas. Una chulería más y te
bloqueo las cuentas millonarias. Y olvídate del castillo de lujo, del peluco de
brillantes por las calles de París y de las camisas italianas,
y que no te pillen los picoletos con el yate en aguas españolas como te pilló
en 2014, que entonces te cagas. Ahora sí que de verdad se
hunde por accidente en la bahía de Cádiz”.
Mano dura a las dictaduras y mano blanda con sus víctimas. Es lo que hace un país civilizado y decente. La Cruz Roja y el ejército español han estado hoy a la altura. En el bolsillo de nuestros soldados habrá poco dinero, pero bajo sus camisas hay mucho corazón. Mano dura con Mohamed, al que Alá confunda, y mano blanda con su pueblo.
La Pajarera DdA, XVII/4851
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