Octavio Colis
A veces tengo envidia de los norteamericanos de todas las tendencias cuando veo que sienten que habitan un lugar común, algo así como una “patria”, porque me parece que EEUU existe realmente como lugar sólo porque los que lo habitan se muestran y manifiestan inequívocamente norteamericanos. EEUU, para bien y para mal, existe realmente, mientras que España sigue siendo una ilusión de los castellanos cuyos espectros políticos andan “de reconquista” desde hace más de mil quinientos años. Esa historia de los países ibéricos peninsulares ha dejado incontables heridas abiertas que los nacionalismos siguen lamiéndose con fruición política recalcitrante (y muchas veces los políticos nacionalistas se las lamen a gentes, a las que consideran sus gentes, que en su mayoría ni siquiera se habían dado cuenta de que estaban heridas). En realidad eso mismo sucede en casi toda la Europa de los Estados miembros que tratan de formar un lugar de naciones, pero no de pueblos, de lugares, no de gente. Los norteamericanos de cualquier tendencia, como los israelíes, no pueden argüir un pasado ancestral en aquellas tierras, ahora son lugares de creación poblacional muy reciente. El monumento más antiguo de EEUU es Fort Álamo, y los israelíes reivindican su pasado junto al muro de las lamentaciones jerosolimitano, único y exiguo resto de su legendario pasado israelita. Para ambos, norteamericanos e israelíes, todos los que reivindican un pasado anterior al suyo en aquellas tierras son simplemente merodeadores insignificantes, árabes o apaches, derrotados ya ampliamente. Los italianos del norte y del sur no se soportan, igual que les flamandes et les vallones belgas, como los corsos y bretones no soportan a los parisinos, los escoceses, galeses e irlandeses no quieren ser parte del United Kingdom promovido por los ingleses, o los bosnios y croatas no quieren tener nada que ver con los serbios, etcétera… y en la ilusoria España padecemos ya tanto a los españolistas como a los catalanistas, vasquistas, galleguistas… “Aquí en esto” ya ni siquiera parece fuera solución un Estado republicano de naciones federadas. Ya es tarde, me parece. La solución fascista de la imposición por la fuerza que proponen partidos como el PP, Vox, Ciudadanos, o incluso a veces el PCE, no sería sino la continuación de la reconquista por la fuerza, y no haría sino prolongar sine die el lamentable estado de la cuestión. Y el PsoE decide siempre mirar para otra parte, como si con ello el problema real dejara de existir realmente. Necesitamos instituir para la gente, no para las naciones, necesitamos realizar nuevas prácticas que creen nuevas costumbres, que propongan nuevas normas que devenguen en leyes que constituyan nuevas instituciones, para la gente. Como hicieron los romanos que crearon un corpus legislativo para los romanos, para beneficio de la gente romana. De nada nos sirven ya ni la obsoleta Declaración de Derechos Humanos, ni las retóricas Constituciones, ni los programas de los partidos políticos que no se compongan de proyectos concretos que susciten nuevas prácticas que nos lleven a nuevas instituciones, pero sólo para volverlas a actualizar constantemente. Este sería la verdadera democracia, la que mirara por el común, no por el “bien común”, constantemente mercantilizado, sino por lo que es común de y para todas las personas. Pero me temo que en España como en Europa estamos a 1.500 años luz de ese deseo de nueva institucionalidad y de nuevas prácticas, aunque creo que se ven ondeando en ese horizonte al que nos debiéramos dirigir, haciendo camino hacia mejores y más justos lugares de convivencia. De nada sirve indignarse, hay que ir resueltamente hacia allí, caminar junto a proyectos que nos lleven hacia el lugar en el que siempre ha estado el común esperándonos.
DdA, XVII/4835
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