domingo, 16 de mayo de 2021

LA TERCERA MUERTE DE UNAMUNO*


Félix Población

Es inimaginable que en Alemania ocurriera con Joseph Goebels, jefe del ministerio del Reich para la ilustración pública y propaganda, lo que acaba de ocurrir en Madrid con el general felón José Millán Astray, jefe de prensa y propaganda de Franco durante la guerra de 1936. Claro que en el Madrid actual es también donde una parlamentaria de un partido de extrema derecha que gobernará en la Puerta del Sol presumió de estampa ante un monumento vandalizado por la extrema derecha que representa a una víctima de los campos de exterminio nazis (Francisco Largo Caballero). 

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), alegando que no está probada la participación de Millán Astray en el golpe militar del 18 de julio de 1936, ha dictaminado que su nombre permanezca en una calle del barrio de Carabanchel y no sea sustituido por el de Avenida de la Inteligencia que le había otorgado la alcaldía de Manuela Carmena hace años, en homenaje a la defensa que hizo de la inteligencia Miguel de Unamuno cuando escuchó en el paraninfo de la Universidad de Salamanca “¡Muera la intelectualidad y viva la muerte!”, según escribió don Miguel en El resentimiento trágico de la vida

Algunos jueces de ese tribunal, los suficientes, han pasado por alto que Millán Astray fue el fundador de la Legión, cuyo comportamiento durante la guerra fue brutalmente represivo. Con este militar al mando, según el escritor Arturo Barea, “cuando atacaba el batallón del Tercio de la Legión, no reconocía límites a su venganza”. Con la Legión en primera línea de la llamada  “columna de la muerte” desde Cádiz a Madrid, Millán Astray  combatió a los rojos con la misma fiereza que si fueran los rifeños africanos, en palabras del historiador Francisco Espinosa. 

Para el TSJM, sin embargo, como ese general se unió a las tropas golpistas pasada la fecha del 18 de julio, no tiene delito el haberlo hecho luego, sumándose al proceso delictivo. Tampoco lo tiene el haber sido no solo el mayor panegirista del dictador sino el de aquella sublevación que comportó una atroz represión durante el conflicto armado y después en la posguerra. Tal como señala el historiador Antonio Cazorla, de la Trent University de Ontario, el general al que se le vuelve a honrar en el callejero madrileño jugó un papel esencial en la difusión de la mensajería del odio, directamente importada de la propaganda nazi y fascista,  y hoy regurgitada por ciertas redes sociales en alza. 

Así dictan justicia algunos jueces españoles, posiblemente muchos más de los que cabría esperar y desear después de cuarenta años. En el próximo gobierno de la Puerta del Sol se celebrará sin duda que el fundador de la Legión y propagandista del odio suba otra vez al callejero madrileño y que la Avenida de la Inteligencia acabe en los trasteros municipales. El hecho ocurre muchos años después de la defensa que hizo de la inteligencia en el paraninfo de Salamanca Miguel de Unamuno.

Por su arrojo intelectual, don Miguel fue destituido como rector y sometido a un arresto domiciliario que acabó en una extraña muerte dos meses después, sobre la que Luis García Jambrina y Manuel Menchón han arrojado algunas luces para dudar al menos de la versión oficial dada por los sublevados y nunca cuestionada hasta ahora (La doble muerte de Miguel de Unamuno). Enterrado con honras falangistas, a Unamuno se le condenó a una segunda muerte simbólica, en la que no faltó como última ignominia la de poner a un campo de concentración el nombre del escritor vasco.

Los jueces del TSJM le acaban de dar a Unamuno en Madrid una tercera muerte. Es lo que se desprende del cambio de nombre de esa calle de Carabanchel.

*Artículo publicado en La última hora.

        DdA, XVII/4848       

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