Félix Población
En el simplificado lenguaje propio de las redes que llaman
sociales y quizá puedan llegar a ser o están siendo ya asociales o antisociales
en muchos casos, según el curso que le den sus usuarios, se llama
"zasca" a la contestación rotunda y contundente que da una persona
con proyección pública a otra con motivo de una determinada discusión o debate
entre ellos.
El secretario general y diputado del Partido Popular en el
Congreso quiso anteayer presentarle unos números muy inflados a la
vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, y tuvo la réplica que se merecía
por parte de esta. Es de una gran torpeza manejar datos obsoletos sobre el
desempleo, pero mucho más si estos se corresponden con la gestión de gobierno
de su propio partido bajo la batuta de M punto Rajoy y estos son bastante peores
que los registrados con el actual ejecutivo, al que se pretende criticar en la
persona de su ministra de Trabajo.
A la torpeza unió García Egea ese talante desfachatado e insultante
del que viene abusando el Partido Popular para asemejarse a quienes son sus
socios ultramontanos, sirviéndose unos y otros de la crisis sanitaria como
instrumento de presión para acogotar al Gobierno, tal como está ocurriendo de
modo tan prolongado como disparatado y deleznable en la Comunidad de Madrid.
Creo que la respuesta de Yolanda Díaz merece la relevancia que se
le dio como “zasca” por su rigor, concisión y expresión, propias de quien se ha
tomado muy en serio el cargo que ocupa en una de las circunstancias históricas
más adversas que ha vivido este país en muchos años. Si esta contestación tuvo
lo que hay que tener en estos casos, no menos significativo me pareció la
expresión del rostro de la ministra mientras escuchaba a don Teodoro. Esa
expresión la conocíamos de antes, cuando un diputado de ese mismo partido
evacuó en la tribuna uno de esos regüeldos machistas de rancia hechura biliar a
propósito de una coleta.
Tanto en un caso como en el otro, tal como la señora Díaz glosó ese
mismo día en El Intermedio, lo que reflejaba la expresión de su
cara, medio oculta tras la mascarilla, era una mezcla de perplejidad, hartazgo
y tristeza ante la reiterada, simple, falaz, gritona y faltona línea de
oposición del Partido Popular, incapaz de salirse del manejo de la máquina del
lodo que puso en acción desde que no supo admitir su derrota en las urnas y
todo su objetivo fue y sigue siendo competir con la ultraderecha en una
permanente y airada avidez desestabilizadora.
Es muy poco estimulante para el debate de ideas y proyectos en el
que se debe basar una política parlamentaria constructiva, en una coyuntura tan
adversa como la que vive este país desde hace un año con el azote de la
pandemia contabilizando cientos de víctimas día tras día, tener el
convencimiento de que el secretario general del principal partido de la
oposición solo podría rebatir con solvencia a Yolanda Díaz aventando aceitunas
con los mofletes hinchados de pundonor.
Por el contrario, este país podría ser el que no pocos queremos si la hija del sindicalista Suso Díaz llegase algún día a La Moncloa.
La última hora DdA, XVII/4822
No hay comentarios:
Publicar un comentario