viernes, 23 de abril de 2021

LOS DEPREDADORES BUCODENTALES



Vicente Bernaldo de Quirós

No sé en qué cajón de las leyes pendientes tiene escondido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su promesa electoral de incorporar al Sistema Nacional de Salud el tratamiento bucodental para determinadas necesidades que solo cubren ahora las clínicas de dentistas, pero sería imprescindible que vaya desempolvando poco a poco este plan para paliar los destrozos ocasionados por algunos depredadores de la boca a economías modestas que perdieron buena parte de sus ahorros confiando en tratamientos más económicos que resultaron una estafa.
   Me estoy refiriendo ahora a la quiebra de Dentix, conglomerado de sociedades que desaparecieron cuando fue imposible seguir sosteniendo una operación piramidal que dejó a medio tratamiento, a pesar de haberlo pagado entero a muchos clientes.
   A pesar de que se produjeron varias sentencias en las que Dentix era condenada a satisfacer las demandas de los afectados y a pagar las costas del juicio, todavía hay bastantes usuarios que no han podido, por diversos motivos, reanudar las operaciones dentales que se habían contratado.
   La evolución higiénica de la sociedad y la asunción por parte de la mayoría de los ciudadanos de que el cuidado dela boca es un asunto de salud ha propiciado que sean cada vez más las personas que acuden al destino no solo para tener una mejor sonrisa Profidén, que también, sino para realizar ortodoncias, desarrollar limpieza de los dientes u otras medidas que se vinculan con una buena praxis médico-sanitaria.
  Pero muchos ciudadanos no disponen de los recursos económicos necesarios para cuidar su dentadura y, aunque la mayoría de los profesionales permiten el abono de las consultas en cómodos plazos, la precariedad laboral y los escasos salarios que se remuneran en España por la reforma del trabajo en anteriores etapas impiden que muchos posibles usuarios acudan a los estomatólogos para la revisión y cuidado de la dentadura.
   Ahí vio Dentix un yacimiento de negocios fundamental, con precios muy ajustados y que permitiría que los clientes pudieran cumplir sus deseos por unas cantidades, digamos que módicas. Pero el supuesto chollo para todos se convirtió en pesadilla para el usuario de a pie y también, as qué negarlo, para los profesionales de las clínicas que cumplían con su profesión como buenamente podían.
   Ir al dentista es caro, para que nos vamos a engañar. Y lo es porque los profesionales que se precien invierten en grandes sumas para adquirir instrumental y medios necesarios para ponerse al día en los avances odontológicos y, lógicamente, estas inversiones tienen que repercutir en l cliente, si no quieren quebrar.
   Yo tengo la suerte de ser cliente ya antiguo de una clínica dental en la que me ponen la boca a punto y me consienten que pague en pequeñas dosis y casi como yo quiero, lo que además me obliga a responder económicamente a la confianza que depositan en mí. Y cada vez que acudo (dos o tres veces al año, como mínimo para limpieza) me fijo en que hay un aparato nuevo para hacer más fácil su trabajo, pero también compruebo que el personal es numeroso, aunque me imagino que suficiente. Y eso, queridos, también cuesta. Y cuenta.
   Como el cuidado de la boca no es económico, entiendo perfectamente que el Gobierno se tiente la ropa e incorpore paulatinamente la cartera de servicios para que los ciudadanos puedan cuidarse gratuitamente y no tengan que pagar un ojo de la cara por sanar su dentadura. Y, tendremos que ser conscientes de que debemos colaborar impositivamente bastante más para pagar esta nueva promesa gubernativa.
   Si os digo la verdad, no soy pesimista a que en un futuro más o menos largo, la salud bucodental podrá ser un bien de todos los españoles y mejorará la asistencia sanitaria general. Y eso significa que ni Dentix ni cualquier estafador de tres al cuarto se aprovechará de las necesidades los menos pudientes. Pero tendremos que tener paciencia, aunque no debemos ponerle pausa a esta reivindicación tan importante.

        DdA, XVII/4827      

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