Raúl Solís
En 2014 nació un partido que reventó las encuestas
electorales y que irrumpió en 2015 en el Congreso de los Diputados con 69
diputados, a escasos escaños de hacerse con la hegemonía de la izquierda y de
desplazar al PSOE. Entonces toda la maquinaria del Estado se puso a funcionar
para que las encuestas finalmente no llegaran a buen término y los dueños de
España no sufrieran la pérdida de sus privilegios. Ciudadanos podría
haber superado al PP en el campo de la derecha sin que se pusiera en jaque el
Estado del 78, pero Podemos no podía superar al PSOE en la
izquierda porque el régimen entonces se caía como un castillo de
naipes.
Inventaron informes policiales que fueron remitidos
a periodistas que, sabiendo que eran falsos, los publicaron para que la gente
creyese que Podemos se había financiado de forma irregular con dinero
procedente del régimen venezolano. Casi en una veintena de ocasiones se han
archivado denuncias sobre una supuesta financiación irregular de
Podemos. Los medios que abrían a toda página, a toda televisión, o a toda radio
con el informe policial falso, luego, cuando la denuncia era archivada, no
dedicaban ni un breve.
El primer medio de comunicación que difunde esos informes
falsos, mandados a elaborar por el exministro de Interior, Jorge Fernández
Díaz, es la Cadena Ser, por boca de su periodista Ana Terradillos, quien
como premio sustituye a Ana Rosa Quintana cuando ésta se va de vacaciones con
su marido, también juzgado por su vinculación con las cloacas del Estado por
extorsión.
En cualquier país decente, Ana Terradillos habría sido
despedida e inhabilitada para ejercer la profesión periodística. Por
supuesto, la vetusta Asociación de la Prensa de Madrid, que tiene su sede
en el Barrio de Salamanca de la capital de la Corte, no ha salido nunca a
defender la ética periodística, pero no ha cesado de atacar a Unidas Podemos
cuando se defendía de la mentira.
Lo que se hace con Podemos en los medios no es un enfoque, no
es pluralismo, es un plan para diabolizar una opción política. El
periodismo debe tener las vías lo suficientemente anchas para que entren todos
los enfoques y todas las líneas editoriales, pero nunca debería admitir la
mentira. El único límite del periodismo debería ser la mentira. A este
periódico y a mí mismo nos podrán acusar de no ser neutrales, que no lo somos y
no nos escondemos, pero nunca nos podrán decir que mentimos. Ana Terradillos
sigue ahí, de jefa de sección en, nada más y nada menos, la Cadena Ser que hoy
se encuentra consternada por las balas recibidas contra Pablo
Iglesias, sus padres e Irene Montero.
El odio contra los líderes de Unidas Podemos no lo
han generado los ciudadanos que odian a Unidas Podemos, sino unos medios de
comunicación que han roto todos los límites del código deontológico para
derribar al único partido político que en 40 años tiene fuerza electoral para
modificar los pactos antidemocráticos de las élites que han dado
lugar a que un 30% de la población española viva en situación de pobreza. Eludo
el eufemismo “en riesgo de pobreza” porque en riesgo estamos todos y todas,
hasta yo que tengo un salario digno.
Ok Diario, la web del tertuliano de cabecera de La Sexta,
Eduardo Inda, fundó su periódico con una subvención de medio millón de euros
del Gobierno de Mariano Rajoy, concretamente del exministro de Industria José
Manuel Soria, el mismo que denunció a la jueza, exdiputada de Podemos por Las
Palmas de Gran Canarias y actual delegada contra la Violencia de Género, Victoria
Rosell, por un supuesto caso de corrupción cometido por Rosell en su labor como
magistrada. La causa fue sobreseída.
La web de Eduardo Inda ha servido para lanzar un odio
infame contra Unidas Podemos, especialmente contra Pablo Iglesias, pero no
solamente. Ha servido sobre todo para que Inda pueda ser invitado como
tertuliano a difundir el falso informe policial encargado en 2016.
Antonio García Ferreras, director de La Sexta, amigo íntimo
de Eduardo Inda y de Florentino Pérez, ha permitido y permite que Inda siga
acudiendo a la tertulias a lanzar odio y mentiras, incluso después de haber
sido condenado judicialmente por mentir. El problema del periodismo en
España se llama desprecio a la verdad y está arrastrando a la democracia al
fango.
Antes de que un energúmeno envíe una bala a un
político hay muchas tertulias y mensajes de odios lanzados desde los medios de
comunicación, que es donde la ciudadanía forma sus opiniones políticas. Ángels
Barceló, que hoy se hace la estupenda porque Iglesias ha recibido un sobre con
balas y ha abandonado el debate organizado por la Ser tras no condenar las
amenazas Rocío Monasterio, candidata de Vox a la Comunidad de Madrid,
lleva años permitiendo que en su programa se emitan monólogos insultantes,
capciosos, llenos de odio y mentiras por parte del humorista Marco Antonio
Aguirre, que tiene especial aversión contra Unidas Podemos, aunque algo menos
que Miguel Ángel Aguilar, quien no le perdona a los morados que hayan nacido
y que a diario lanza soflamas de odio indistinguibles de Jiménez Losantos en
Hora 14, otro espacio central de los informativos de la Ser. A Podemos le han
llegado a acusar en el programa de la estupenda Ángels Barceló de querer quitarle
la vivienda a los españoles.
A la historia de la infamia pasarán las cuñas de
autopromoción que hace unos meses difundió la Ser y que decían lo
siguiente: “¿En 2021, se legalizarán las ocupaciones de vivienda, en
ciertos casos, como quiere Podemos o tal vez no? ¿Seguirá el presidente
Iglesias jugando sus bazas por debajo del Consejo de Ministros?”. Cuñas
emitidas en el programa de Ángels Barceló sin que le pareciera grave decirle a
sus oyentes que Podemos quería ocuparles su vivienda o que Iglesias urdía
contra el Consejo de Ministros como si fuera un golpista y no un legítimo
vicepresidente segundo del Gobierno de España.
Podríamos continuar hablando de Ana Rosa Quintana, quien
trata a los líderes de Unidas Podemos como si fueran delincuentes y que se
jactó, mientras entrevistaba a Ayuso, de que el fascismo era el lado correcto
de la historia. Podríamos hablar de Susana Griso, que tiene al torero
Francisco Rivera Ordoñez, hooligan de Vox, sentado en su sofá como si sus
ideas de odio fueran normales y no un atentado contra los valores democráticos.
Podríamos hablar del día que la reina de las mañanas de Antena 3 invitó
a Abascal a desayunar en su casa, normalizando el fascismo sin pudor.
Podríamos hablar de Vicente Vallés, que ha inventado una
nueva modalidad de informativos televisivos en los que el presentador opina
contra Unidas Podemos al final de cada pieza emitida. Podríamos hablar de los
informativos de Antena 3 de ayer mismo, que emitieron un reportaje con Vox señalando
a menores migrantes que están solos en Madrid con el objetivo de criminalizarlos mientras
que no sacaron nada de la campaña electoral de Unidas Podemos.
Podríamos hablar de las veces que se ha llamado delincuentes a
las familias desahuciadas o que los mismos trabajadores de TVE llevan
meses denunciando el tratamiento a Unidas Podemos y las entrevistas-masaje que
se le hacen a los líderes de la ultraderecha. Podríamos hablar de que Ok Diario
ha estado sobrevolando un dron con una cámara en las ventanas del Ministerio
de Igualdad con total impunidad.
Podríamos hablar de que ha habido periodistas que han llegado
incluso a ir a la guardería de los hijos de Pablo Iglesias e Irene
Montero para intentar saber el comportamiento de los niños para luego
publicarlo. Podríamos hablar de que Iglesias y Montero tuvieron que abandonar
sus vacaciones en Asturias porque unos hooligans los amenazaron y los
medios tampoco lo creyeron grave.
Podríamos hablar de que Iglesias y Montero llevan dos años de
acoso en su casa, que incluso se han saltado la tapia y han fotografiado el
interior de la vivienda, y periodistas como Ana Terradillos, pero no
únicamente, lo han calificado de “jarabe democrático”. Podríamos hablar de que
las ecografías de los hijos de Iglesias y Montero han aparecido en prensa.
Podríamos hablar de que a Juan Carlos Monedero y a la
eurodiputada Marisa Rodríguez Palop les quisieron pegar unos
simpatizantes de Vox este verano mientras tomaban unas tapas en un bar de Sanlúcar
de Barrameda (Cádiz).
Las balas no han llegado solas. Hay un sector de la
población, también un sector de la progresía en búsqueda constante de estatus,
que ha decidido comprar todos los mensajes de odio contra Unidas Podemos porque
les importa más su posición que la verdad y la justicia social. La población
que ha inoculado el odio contra Iglesias en realidad es víctima, ha sido
envenenada por unos medios de comunicación convertidos en brazos mediáticos del
poder económico que tiene como objetivo diabolizar a Pablo Iglesias porque
representa la modernización y democratización de nuestro país, justo
lo contrario que defienden los dueños de España desde el siglo XIX.
Antes de una bala hay muchas horas de tertulias en
televisión y radio, muchos editoriales odiosos y muchos reportajes en
periódicos que tienen intención de deshumanizar a actores políticos legítimos
que cuentan con el voto de millones de personas. En realidad, el odio contra
Podemos no es más que la reacción de los privilegiados y sus portavoces contra
el único proyecto que tiene en el centro medidas contra la desigualdad económica
y que quiere revertir la ruptura de los pactos sociales.
La bala enviada a Pablo Iglesias tiene nombres y
apellidos de periodistas y lleva también el nombre de periódicos, emisoras
de radio y televisiones que han abandonado la ética periodística, porque antes
que periodismo hacen negocios, porque sus periodistas antes que
periodistas son portavoces del poder económico, aunque ahora se hagan los
estupendos como si el odio se hubiera fabricado solo.
La última hora DdA, XVII/4828
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