miércoles, 14 de abril de 2021

JUAN JOSE OTEGUI Y EL TEATRO JOVELLANOS


Joaquín Fuertes

No coincidí nunca en el escenario con Juan José Otegui, pero muchas veces sentado en un café, cuando ellos venían a representar o hacer una lectura con el TEU, o nosotros íbamos a Oviedo en los primeros años de "La Máscara". En aquellos tiempos lejanos y oscuros Juanjo Otegui y Carlos Álvarez Novoa eran inseparables, junto a Linus Fidalgo, y posteriormente se sumó al grupo el mierense Pedro Civera. Los tres pisarían más tarde los escenarios como profesionales, y también los platós, y lo mismo me proporcionó la gran alegría de ver a Juanjo ganar uno de los premios Max, que a Carlos un Goya por su interpretación en "Solas".
Uno se da cuenta que pertenece a una generación que se va desmembrando como un árbol podado. Primero murió Carlos, que era de mi tiempo, y ahora Juanjo con dos años más. La última vez que estuvimos juntos fue en Avilés, y ya arrastraba una trombosis que le frenaba el cuerpo, pero no las ganas de luchar y seguir viviendo. Nos dio tiempo a hablar de aquellos momentos ya lejanos, y aproveché también para darle las gracias por lo que un ovetense había hecho para salvar el patrimonio de Gijón.
Cuando cerraron el teatro Jovellanos y al cabo de algún tiempo apareció el proyecto de convertirlo como ellos decían en sala multimedia. O sea, una gran discoteca con una pista central donde se podía tomar copas, bailar y ver espectáculos, puesto que el teatro a la italiana era ya algo muerto. El edificio ya había sido vendido mediante un precontrato a los dueños de la Real, y existían los planos de remodelado y decoración a cargo de Chus Quirós, compañero mío de colegio, y hombre de moda en aquellos tiempos, con numerosos encargos que culminaron con el pabellón de la Expo de Sevilla.
Por iniciativa mía, con una serie de artículos en EL COMERCIO, se creó una plataforma de defensa del teatro, reuniéndonos en una primera asamblea en el Ateneo Jovellanos. Participó gente de la sociedad filarmónica, que se habían quedado sin local de conciertos, y alguna gente del teatro de entonces; pero a la mayoría no parecía importarle la desaparición, encabezados por Sueiras, que era entonces el director del ITAE, y frontalmente luchando contra los políticos que nos tachaban de querer sacar dinero al Ayuntamiento. Se sumó a la campaña, que denominamos "Amigos del teatro Jovellanos" el sindicato Comisiones Obreras, a la cabeza Luis Felipe Capellín. En Cambio, los comunistas del Ayuntamiento, encabezados por Toni Hevia, se negaban a la compra del inmueble.
La labor mía principal fue escribir decenas de cartas a actores, directores, dramaturgos pidiéndoles firmas y apoyo para recuperar el teatro, pasando a poder municipal. Pero fue Juanjo Otegui el que a través de la Asociación de Actores consiguió cientos de firmas, que íbamos publicando en el periódico. No faltaron las adhesiones de Buero Vallejo, que envió un telegrama, Gil Parrondo, ganador de dos Oscar, Tamayo, José Luis Alonso... La soprano Josefina Arregui se ofreció a dar un concierto delante del teatro. Lina Morgan, Concha Velasco, Mary Carrillo... enviaron sendas cartas de protesta por el cierre.
El concejal Caramés y el que suscribe fuimos a Oviedo a hablar con los dueños del teatro. Ellos nos confesaron que lo habían ofrecido al Ayuntamiento en 450 millones de pesetas, y que aceptaban una permuta de terrenos municipales en caso de que no tuvieran liquidez. Sabían que con la venta para discoteca se producirían protestas, y entonces los de la Real entendieron que la compra no fuera un buen negocio.
Transcurrieron varios episodios, hasta que al aparecer por Gijón el ministro Sáenz de Coscuyuela un periodista le hablara de la pérdida del teatro local. El ministro se comprometió a pagar la remodelación, y entonces al día siguiente la corporación de Álvarez Areces aprobó la expropiación, la cual tuvieron que llevar a cabo pagando más de 1000 millones de pesetas.
Gracias a Juanjo Otegui, por aquella labor callada para recuperar el teatro Jovellanos. El desprecio para los que nos pusieron toda clase de obstáculos, empezando por Sueiras, Fernández León, Clara Costales y la mayoría de los políticos. También la indiferencia de mucha gente del teatro, que no estaban allí ni se les esperaba. Seguramente, como decía Vito Corleone al funerario en "El Padrino", no querían que los vieran con gente como nosotros. Posteriormente todos fueron a lucir su ventripucio al teatro una vez recuperado.

       DdA, XVII/4818       

No hay comentarios:

Publicar un comentario