domingo, 21 de marzo de 2021

CASI UN SIGLO DESPUÉS, LAS URNAS VUELVEN A SER IMPORTANTES*

 


Félix Población

La sección sexta de la Audiencia Provincial de Madrid ha ordenado al juez de instrucción número 45 de Madrid la admisión de la querella presentada por el vicepresidente segundo del Gobierno contra el coronel retirado Diego Camacho por posibles delitos de injurias o calumnias, expuestas en artículos y declaraciones en los que acusaba al líder de Podemos de poner en riesgo la seguridad nacional por haber trabajado "a sueldo" de Venezuela e Irán, y relacionarlo con el narcotráfico, el terrorismo y los intereses extranjeros. 

Todo ello constituye la versión reciclada del "a sueldo de Moscú", prodigada en la dictadura contra quienes luchaban contra el franquismo, como si estas cuatro décadas de democracia no hubiesen operado la más mínima señal evolutiva en el pensamiento del coronel Camacho, si bien este ha esperado a su retiro -como otros militares de manifiesto inquisitorial- para hacer pública su injuriosa soflama. La resolución de la Audiencia Provincial considera que Camacho no expuso una crítica política a la gestión de Iglesias en cualquiera de sus cargos, sino que "le imputa graves delitos ajenos a sus funciones y a su tarea en cuanto tal". 

A la espera de que se resuelva el caso, desde la asesoría mayor de Rodríguez en la presidencia de la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha –en el mismo punto y hora en que Iglesias se postuló como adversario de la derecha extrema- una campaña electoral "a lo Camacho", que para eso la jefa Ayuso es la predilecta del presidente de la fundación que lleva el nombre del extinto caudillo. 

El objetivo del muñidor de los comicios, acaso bajo la asesoría a su vez de quien fue su superior en el pasado, no ha disimulado esa estrategia contra el líder de Podemos desde el primer minuto, tal como la propia presidenta hizo nada más conocer la candidatura de Pablo Iglesias con una mendacidad de parvulario, reincidente hasta la grima en pintarnos a su rival como un caribeño en chándal al que rinde pleitesía un séquito de mujeres en confortables mansiones.  

Su objetivo no es otro que adelantarse y superar a Vox en la próxima campaña con la voz del odio -porque solo el odio o la miseria moral puede mover a tanta infamia-, ese odio rancio y reaccionario esgrimido como razón política por quienes se creían que con una convocatoria electoral sorpresiva y en medio de una pandemia vencerían en la batalla de Madrid, con más consecuencias posiblemente que revalidar el gobierno autonómico.

No contaban con quien se lo va a poner difícil y más se lo pondría de haberse logrado una candidatura de unidad como la propuesta desde el primer momento y rechazada sin el menor asomo de diálogo por quienes a lo peor tendrán que lamentarlo, según le ocurrió en los comicios de 2015 a Izquierda Unida. Y digo a lo peor porque esta primavera, noventa años después de la que trajo consigo tantas esperanzas y derechos democráticos a este país, unas elecciones de carácter no general pueden ser tan importantes acaso como las que instauraron la segunda República, si bien en sentido contrario al que comportaron los comicios municipales del 12 de abril de 1931.

Es de esperar que la conmemoración del nonagésimo aniversario de aquella fecha memorable no se vea empañada semanas después por la peor de las noticias para la salud democrática de este país: que la extrema derecha vuelva a jugar el papel oscurantista y regresivo que ya protagonizó en nuestra historia. Para evitarlo solo hace falta votar contra el negro pasado que representa. Ojalá podamos decir con don Antonio Machado, el próximo 4 de mayo: “Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena/ rompeolas de todas las Españas!”.

*Artículo publicado hoy en La última hora.

Léase@también: Mónica García y las testosterona tutelar (Infolibre)

DdA, XVII/4794

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