Parece nuevo, pero no lo es. Gente que busca los resquicios para pagar menos, que hace ingeniería fiscal, que evade o que se va. Eludir impuestos, considerarlos un robo, buscar excusas que muchas veces no se sostienen con datos serios para no pagarlos o gente que te dice que tú no lo haces porque no tienes tanto dinero ha existido siempre. Es tan viejo como la vida.
No hay nadie a quien le preocupe qué tal gasta el dinero de los impuestos el Estado andorrano ni personas que se llevarían a su madre a operarse a un hospital de allí con los ojos cerrados. Toda la hojarasca es mentira: es gente que quiere pagar menos y que si sus impuestos se emplearan maravillosamente (más, añado yo) seguiría queriendo evadir. Puede que sean una minoría, pero no son residuales. Son parte de nuestra cultura como país. Lo de revestirlo de un halo moral, buscar un corpus teórico para justificarlo o, en general, darle dos vueltas sí que puede ser más nuevo. Pero vamos, son egoístas que no quieren contribuir al bien común. Si en Andorra pudieran pagar cero, lo harían.
Juan Manuel López Iturriaga es un héroe deportivo español de los 80. Aquella época del baloncesto patrio, en la que la plata de los Juegos Olímpicos del 84 trajo un boom que nunca se igualó, hizo a una élite de deportistas ganar dinerales. Muchísima pasta. Juanma, además, se retiró joven y empezó una exitosísima carrera en la empresa y los medios. Es un triunfador. He trabajado mucho con él y puedo decir, además, que es un buen tío. Estos días ha circulado mucho un vídeo suyo en su programa en Youtube, Colgados del Aro, en el que expresa con cabreo y sensatez su hastío con la gente que decide no tributar en España. Lo dice él, que no quiero ni pensar la cantidad de pasta que habrá aportado (que le habrán quitado, que se dice ahora) a este país en impuestos. Hablamos de un señor que lleva 40 años ganando dinerales. Mucho más, evidentemente, que el que hayan podido juntar un puñado hermoso de youtubers que vive en Andorra en sus cortas vidas.
Juanma tiene un hijo, que se llama Mikel, al que he visto un par de veces o tres en mi vida. Un chaval fantástico, parece. Al lado de su padre es difícil destacar, porque el cabrón es muy listo y muy gracioso, pero Mikel también lo es. Él nació prematuro. Hace bastantes años de esto, con lo que se multiplica el efecto del miedo y el sufrimiento que debieron pasar sus padres, porque por entonces estos niños no salían adelante tanto como ahora ni con tan pocas secuelas. Sé que tuvo pequeñas secuelas, pero no se le ven a simple vista. Nadie diría que estuvo tan enfermo. No quiero saber por lo que tuvieron que pasar para llegar hasta aquí, pero seguro que ha merecido la pena.
Que Mikel sea el tipo que es, que su familia superara ese trago, se lo deben a los impuestos. Supongo que Juanma pondría todo el dinero que tenía (porque, después de impuestos, seguro que le seguía quedando un buen capital) para ayudar a su hijo, pero sin la Sanidad Pública que lo curó, sin la educación pública que formó a las personas que lo trataron, sin todas las estructuras que sostuvieron cada fase del trabajo que se hizo con Mikel, él no estaría aquí. O no, al menos, como es.
Es bastante probable que Juanma Iturriaga hubiera podido pagar un tratamiento equivalente para Mikel, pero ni siquiera él hubiera podido sufragar lo que el Estado aportó en cada persona que salvó la vida de su hijo. Hasta Iturriaga tiene que estarle agradecido a todas las personas que contribuyen al bien común. Sí, este país en el que (sin compararlo con la mínima seriedad con otros) decís que se derrocha el dinero se salvan vidas y vidas, se forman personas y personas, y se genera valor y valor gracias a lo que pagamos todos.
Y tú, persona que defiendes a El Rubius, podrías estar muerto, sí, muerto, si todo el mundo fuera como él.
InfoLibre DdA, XVII/4747
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