No hace mucho un accidente automovilístico con tres muertos era un acontecimiento de primera página y las cifras de víctimas producidas por la caída de un avión en el océano daba para varios editoriales. Hoy los noticiarios de la prensa y la tele -así ocurre desde hace un año- se abren con los gráficos de la evolución de la pandemia, pero lo curioso es que cuando se desmenuzan los datos, el número de muertos ocupa un lugar muy secundario en la información y se pasa sobre esa cifra como de puntillas entrando sin más en los nuevos contagios, la incidencia acumulada, los bares en peligro de cierre, el baile de las vacunas o el modelo de las jeringuillas. 300 o 500 muertos por día resultan tolerables, 73000 nuevos parados no, como si ambos fenómenos no se debieran a la misma causa. Los parados tienen que ver con la economía; los paradísimos, los muertos, ya están en la historia y, antes de enterrados, son ya irrelevantes.
DdA, XVII/4747
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