sábado, 27 de febrero de 2021

REGLAS DE LA INFORMACIÓN DE LA DEMOCRACIA EJEMPLAR



José Manuel Martín Medem

La Ley General de la Comunicación Audiovisual (2010) reconocía el derecho a la convivencia del servicio público, los negocios audiovisuales y las iniciativas sociales. En el proyecto (PSOE) para revisarla y actualizarla se eliminan las iniciativas sociales. El pluralismo se limita a “medios públicos y de titularidad privada”. Y en ese escenario se pretende establecer que RTVE solo disponga del 25% del espacio radioeléctrico disponible para el servicio de televisión en el ámbito estatal y el 35% para el servicio de radiodifusión. Lo que significa que, en lugar de avanzar hacia el reparto de los tres tercios (público, comercial y social) como en las mejores leyes internacionales del sector, se bloquean las iniciativas sociales, se limita el servicio público y se entrega a los negocios audiovisuales el 75% de la televisión y el 65% de la radio.

Así son las reglas del juego en la información de la democracia ejemplar. Para tener un periódico necesitas a los accionistas de los fondos buitre, los préstamos de la gran banca y la publicidad de las empresas más poderosas. En la radio y la televisión es igual pero además con la ventaja del oligopolio fomentado históricamente por el bipartidismo con el reparto selectivo de las licencias: tú ganas dinero y yo votos.

Si el medio es digital, te costará mucho trabajo convencer a tus lectores de que hay que pagar por el buen periodismo para que sobreviva. Y en las redes hay más manipulación envenenada que vacunas contra la desinformación.

A todo esto le llaman comunicación responsable y democrática los periodistas mejor pagados de los grandes medios que, en lugar de informar, editorializan a favor de los gobiernos o de los poderes (sobre todo bancos, fondos de inversión y multinacionales) que intercambian con sus empresas protección para sus negocios a cambio de impunidad política.

Les irrita mucho a los periodistas domesticados que desde la tribuna parlamentaria les recuerden sus obligaciones de dignidad y neutralidad. Intentan defenderse gritando que se ataca al conjunto de la profesión (acosada por la precariedad) cuando en realidad lo que estamos denunciando es el juego sucio de las empresas endeudadas con los bancos (el mejor ejemplo son las cuentas de PRISA) que utilizan como arietes a las estrellas de la radio, la prensa y la televisión cuyos privilegios dependen del sometimiento a las pandillas mediáticas.

La solución es al mismo tiempo sencilla y complicada. La alianza de los ciudadanos con los trabajadores de la información (mi precariedad es tu desinformación decimos en el Sindicato de Periodistas) para controlar a las empresas en vez de que las empresas controlen a la democracia.

La última hora  DdA, XVII/4776

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