Jaime Richart
Creo que, cuando está a punto de transcurrir un año desde la
declaración de la pandemia por la OMS, hora es de hacer una breve recapituación
de lo ocurrido. Pero de lo ocurrido por arriba, del proceder tanto del poder
científico como el político, al menos por lo seguido en España, en relación a
un virus de comportamiento microbiano inédito...
Si reuniésemos los cientos
de análisis, de consejos, de advertencias, de explicaciones, de diagnósticos,
de pronósticos, de sentencias y de dogmas de todos los "expertos" del
mundo en materia microbiológica, unos pertenecientes a los equipos de Sanidad
de los gobiernos y otros independientes, incluidos los de la OMS, publicados o
escuchados desde 1a declaración de la pandemia el 14 de marzo de 2020... Si
luego contrastásemos sus categóricos titulares
sobre el virus, su origen y su comportamiento, entre sí o entre los suyos y los
consejos, análisis, etc de otros "competidores" de igual o similar
oficio, todos deberían sonrojarse.
No habiendo precedente
alguno del impacto en la sociedad de semejante virus, pero partiendo de la
hipótesis de que lo hubiere, la jactancia y presuntuosidad que se observa en la
actitud científica del momento sobre el caso, absolutamente desorientada, es
vergonzosa. Resistiéndose a no dar explicaciones de todo aunque ahora sea, por
ejemplo, situando la acción del virus mutado en cepas y origen específico en
otros países, pone en evidencia la incapacidad de esos científicos microbianos
para reconocer su ignorancia en este caso. Ello pese a que es proverbial que la
actitud correcta en ciencia es la prudencia y la permanente corrección de errores
y de fracasos para avanzar, pero no darle o rebuscar explicación a todo. Así, y
por ejemplo también, después de venir sosteniendo sin margen de duda 11 meses
que el virus tiene su origen en un laboratorio de Wuhan o bien de un pangolín o
de un murciélago, resulta que una misión de expertos de la OMS acaba de
anunciar que no ha encontrado pruebas del origen de la pandemia, y ve
"altamente improbable" que el virus se haya fugado de un laboratorio
de Wuhan; no habiendo podido tampoco identificar el animal que pudo
transmitirlo al paciente cero. El resto de majaderías e histéricas medidas
politicas a su rebufo a lo largo ya casi de un año, lo dice todo sobre la nula
confianza que merecen los
"expertos" en acción.
Considerando en conjunto
todo lo sucedido hasta ahora y todo pronunciamiento rotundo de cuantos en el
mundo tienen que ver con la Sanidad y la virología, incapaces de reconocer su
impotencia ante un virus y un comportamiento que no pueden controlar más allá
de la mascarilla, la distancia entre personas y la higiene recomendable siempre
en situaciones que se les escapan de la mano como ésta, es patente que el ser
humano es el mayor majadero de la Creación o la Evolución.
Un asunto, éste, que, si no
mediasen numerosas sospechas acerca de lo que viene sucediendo concomitante con
la presencia en la humanidad de un virus inédito, a cualquier ser humano no
"experto" pero simplemente despejado, que no ha perdido contacto
constante con la naturaleza, se le habría ocurrido zanjar tan dramático asunto
con este único mensaje: "Miren ustedes, cuanto menos contacto tengan con
los demás, menos posibilidades de enfermar. Si ustedes se contagian, no podrán
decir luego que no se les ha advertido". Con ello no hubiese sido
necesario dar un golpe de muerte a la economía de cada país, del sistema y al
estado de ánimo y de desesperación de millones de personas. Aunque claro, eso
debiera ser más o menos así... a menos que, como pienso y pensamos muchos, la
pandemia haya sido precisamente la excusa para poner en marcha un objetivo:
resetear el orden mundial para contener el desplome de la economía capitalista
camino de otro crash como el de 1929.
Pues bien, todo lo dicho y
hecho hasta ahora en relación a este virus por parte de los responsables
públicos, salvo que sea una jugada maestra como la que apunto en el párrafo
anterior, en cuyo caso sería una colosal perversidad, a los poderes epidemiológico
y político no les ha importado ( y eso es lo que aparte otras cosas les hace
sospechosos) que a los fallecidos por la pandemia se están sumando, con la
misma o mayor celeridad que los contagios, los fallecidos literalmente
abandonados de otras enfermedades, los inmensos daños a la salud mental y
nerviosa de millones de personas, y el
no menos inmenso daño a la economía de millones abocadas a la ruina y la
miseria. Todo lo que acaba en una demostración histórica más de la ignorancia,
de la incompetencia, de la impotencia y de la soberbia del presuntuoso ser
humano, en un supuesto, o de su
frenético afán de dominación, unas veces en el poder visible y otras en el
poder en la sombra, en el supuesto alternativo...
DdA, XVII/4759
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