viernes, 5 de febrero de 2021

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE UN SOLO CARRIL

 


Vicente Bernaldo de Quirós

La libertad de expresión se originó para preservar a los críticos y a las personas que pensaban diferente de los malhumores de los poderosos y consolidar un régimen democrático donde todo el mundo pudiera decir lo que le pareciera oportuno y denostar los puntos de vista de otros. 

Es lógico que así sea porque para escuchar alabanzas, aleluyas y halagos a todo trapo no es necesario que se ponga en marcha un mecanismo de libertad de expresión, que suele activarse para que te pongan a parir o seas tú el que entiende que una opinión es reprobable.

   Por eso no se entiende que la libertad de expresión circule por un solo carril, sino que debe de ser en doble dirección y de forma mutua, porque esa es la única manera de que el concepto de difusión libre tenga sentido.

   El diario El Mundo, cercano a los postulados de la ultraderecha política, tiene en su punto de mira político a la izquierda radical y a las acciones y omisiones de Unidas Podemos y de su líder en el Gobierno, Pablo Iglesias. Y lo hace legítimamente porque en un Estado de Derecho todo el mundo tiene la posibilidad de hablar mal (no de calumniar ni de mentir ni de insultar) de quien considere oportuno, sin que se te coarte o te reprendan por ello.

   En contraposición, también los responsables del llamado partido morado tienen la potestad de decir lo que piensan de los periodistas del diario El Mundo y criticarlos abierta y públicamente no solo a través de su periódico La Ultima Hora o a través de cualquiera de sus dirigentes.

   Por eso parece como una broma de mal gusto patrimonializar la crítica como hace el periódico de Unidad Editorial y aprovechar el eco mediático de los rotativos conservadores para considerar que las acusaciones de Unidas Podemos son un ataque y una agresión a la libertad de expresión. Es como esos bromistas pesados que no se cansan de hacer inocentadas a diestro y siniestro, pero cuando se las hacen a ellos, se enfadan y rompen en mil pedazos el espíritu de los divertimentos. El periodismo es una profesión demasiado seria para que caiga en manos de proxenetas.

   En España, la libertad de expresión no está absolutamente interiorizada por todos los ciudadanos y cuentan la feria según le van en ella, sin darse cuenta de que pueda haber otras versiones que no coinciden con la oficial. Es tal el miedo a la libertad de determinados poderes, que alguien se inventó la ley mordaza en tiempos del PP y este Gobierno progresista todavía no la ha derogado. Pues no sé a qué esperan. 

                DdA, XVII/4750              

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