jueves, 25 de febrero de 2021

EL ÚLTIMO DE LA LINCOLN SE NOS MURIÓ CON UN TROZO DE ESPAÑA DENTRO


Toni Álvaro

Hace cinco años se nos moría Delmer Berg, el último voluntario de la Brigada Lincoln, el último de aquellos 2.800 jóvenes estadounidenses que no creían mucho en eso de las fronteras. Cosas de la solidaridad y la fraternidad.

Delmer Berg había nacido el 1915 en California, familia de granjeros vapuleados por la crisis financiera del 29. El joven Berg se enroló en el Ejército para sacarse unos cuartos. En aquel entonces no estaba vinculado a ningún compromiso político, aunque algo empezaba a vislumbrar sobre la potencia de la unión de los que van armados con buenas razones. Algo empezó a sospechar sobre cómo conseguir aquello que se considera justo cuando los veteranos de la I Guerra Mundial se movilizaron para que les pagasen las pensiones que les habían prometido. Y el Gobierno pagó.
Berg empezó a oír hablar de España estando en el Ejército. Algunos compañeros organizaban reuniones para hablar del tema e intentar organizar algún tipo de ayuda, incluyendo poner sus vidas frente al fascismo. Hubo detenciones y expedientes disciplinarios por esas reuniones. A Berg no lo pillaron en ninguna reunión y fue él quien decidió rescindir contrato con el Ejército pagando con sus ahorros.
Delmer Berg se empleó de lavaplatos en Hollywwod. Ya que estamos en Hollywood, ¿han visto Las uvas de la ira? El predicador Casey que encarna John Carradine habla de una gran alma de la que todos formamos parte. Berg, como él mismo explicaba, tomó conciencia de esa alma colectiva: 'Sentía que había un nosotros, en todo el mundo. Y yo soy parte de ese nosotros', un nosotros que se hallaba en tierra española.
Un buen día decide entrar en una oficina del comité de ayuda a la II República para echar una mano, ya sea pegando sellos, organizando mítines o participando en colectas. Hasta que alguien le ofrece la posibilidad de apañar un pasaporte y viajar a España. Y el yo se funde en el nosotros.
Berg cruza el Atlántico destino a Francia y recala en París antes de bajarse a la frontera y cruzar los Pirineos a pie guiado por contrabandistas. Berg pisa España el 15 de enero de 1938 y lo ponen a hacer instrucción militar. Debido a su estancia en el Ejército tiene más idea que el instructor y lo mandan de inmediato al Batallón Internacional Antiaéreo. Hay cuatro baterías, la alemana, la checa, la francesa y la española. Poco pueden hacer para defender Barcelona de las bombas y los mandan al frente. Teruel, Madrid, Valencia...
En Valencia, una noche, la aviación fascista suelta sus bombas. Todos salen a la carrera, excepto Delmer, que se lo toma con calma y sale parsimoniosamente del edificio en el que intentaba descansar. Una vez fuera se da cuenta de que tiene una herida en el vientre y lo trasladan de inmediato al hospital para ser operado mientras el centro sanitario también es bombardeado. Hasta el final de sus días llevó un pequeño trozo de metralla en el hígado.
Berg pasa la convalecencia en Dènia y el 4 de febrero de 1939 cruza la frontera de nuevo para volver a casa. En Estados Unidos compra un poco de tierra y el FBI lo tienen bajo vigilancia por veterano de la guerra española y militante comunista. Hasta que estalla la II Guerra Mundial y se enrola en el Ejército. A los brigadistas no les dejaban volver a Europa, no fueran a pasar información a los comunistas y, siempre bajo estricta vigilancia, los mandan al Pacífico.
De vuelta a casa, el FBI le hace la vida imposible, cerrándole las puertas a cualquier trabajo. No se arredra. Trabaja la tierra y es activista de primera línea en la defensa de los derechos de los granjeros, los derechos civiles de los afroamericanos y de la inmigración latina.
Delmer Berg construyó una casa con sus propias manos en North Columbia, zona montañosa de California, y regresó a España hasta en tres ocasiones, en actos de homenaje a los brigadistas, llevando consigo ese pequeño trozo de metralla en el hígado, un pequeño trozo de España.

DdA, XVII/4774

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