viernes, 15 de enero de 2021

LA VOZ DE GABILONDO SE NIEGA AL EMPACHO


Félix Población

Hace muchos años, todos los que median entre mis comienzos en la carrera y los días que vivimos, conocí en unas jornadas de ingreso en la entonces escuela de periodismo de Pamplona a un hermano -también periodista- de Iñaki Gabilondo. Me consta por eso que la vocación de la voz más carismática de la SER por la profesión fue sólida y bien arraigada, como demostró con su currículo. 

También supongo que, después de toda una vida de ejercer el oficio desde muy joven, al máximo nivel y con la mayor dignidad posible en la radio y la televisión, es hasta cierto punto muy de comprender que Iñaki se sienta necesitado de un descanso, por edad y presencia diaria en un  trabajo que, en estos últimos años, se ciñó a su comentario político bien de mañana en la emisora de su vida. 

Gabilondo dice estar empachado por la polarización política, calificativo que bien podría ocultar otro que sentimos desde hace mucho tiempo no pocos de sus colegas, y basa su retirada -que no lo será del todo porque prestará escucha a los jóvenes en un programa semanal- en el "enconamiento partidista que soporta el país, esa superpolarización con su moldes de respuesta rápida y argumentarios permanentes para la exaltación" que ha dejado a un lado la esencia clave de la política entendida cabalmente como ejercicio cívico  y razonado de persuasión. 

Lamentaremos la ausencia de Gabilondo, porque son contadas las voces que saben interpretar la actualidad política tal como lo hizo él, sobre todo cuando tanto se prodigan las voces airadas y sectarias que desde las ondas vomitan sobre este país, tan necesitado de memoria y convivencia, nefastos incentivos para azuzar el grito y el odio, y reactivar con ello idearios retrógrados. 

"Para sumarse al día a día de una lucha partidista tan encarnizada hacen falta unas fuerzas que yo ya no tengo y una fe que flaquea. No quiero ser el cenizo pesimista de las 8:30", señaló Iñaki en su despedida. Tampoco dejó de hacer el periodista vasco una advertencia, visto que en nuestro país tenemos a una derecha identificada con el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos a la que corresponde en buena medida la crispación de los últimos años, puesto que -en palabras de Iñaki- "no se puede vivir con el sueño de ver si se hunde todo lo que haga el Gobierno". 

La advertencia tiene nombre propio: para Gabilondo, Trump siempre fue un fascista y un loco: "Su fascismo hacía ocultar su locura y su locura ocultaba su fascismo. Es un ser extraordinariamente peligroso, que siempre lo pareció y que nunca, sin embargo, fue tomado lo suficientemente en serio". Ojo con su ejemplo, que ya cunde, y hasta tiene fieles devotos en las filas de la extrema derecha parlamentaria que nos afecta, dispuesta a la conspiranoia y a la agitación incluso del ruido de sables, ojalá que oxidado. Procede tomarla en serio.


 
 

       DdA, XVII/4731      

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