También Elena Santiago ha muerto hoy. No. No quisiera haberlo sabido nunca. No por temido y esperado me conmueve menos este deceso. Todo lo que yo diga ahora no acertaría a pronunciar lo que yo he querido a Elena. Este abrazo para sus cuatro hijos, para todos sus nietos, para todos.
La poesía de Elena Santiago es un retrato exacto del pequeño y grande instante de vivir. Lo escribí hace un corto tiempo.
Cuando murió su madre, Elena no sabía respirar. Tardó un tiempo en volver a la casa natal de Veguellina, paralizada por el duelo. Cierto día cruzó el umbral, escribiendo un libro de poemas lleno de vida y temblor. El libro lleva por título "No estás". Pero todo el libro es respiración liberadora. Un libro que es un tratado de mociones, emociones, conmociones.
No te habrás ido lejos, si te has ido. Con el título de una de sus novelas: "Nunca el olvido".
Hay muy pocas escrituras (escritoras más escritores) en España que pongan en su narrativa toda la vida que la propia vida se resiste a concedernos a veces, al modo en que lo hace Elena Santiago. Cuentos, novelas, poemas. La obra de Elena Santiago es, por demás, una literatura que no se puede dictar ni aprender. Miguel Delibes, que quería mucho a Elena, lo que no me extraña, me dijo un día en un hotel pucelano con nombre de rey: "La literatura de Elena no es sólo literatura: es fondo y transparencia a la vez". Ahora, me decís que dónde se compran los libros de Elena Santiago. En las librerías, caramba, en las librerías.
DdA, XVII/4720
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