sábado, 23 de enero de 2021

AYUSO, ALMEIDA Y EL DESQUICIAMIENTO DE LA RAZÓN Y LA VERDAD

Alejandro Álvarez

Hoy por la mañana escuché en una radio a la presidenta de Madrid, Isabel D. Ayuso, en otro de sus intentos de acusar de todo al gobierno, afirmar que muchas personas de la Cañada Real no habían querido acudir a lugares que se les ofertó porque tenían miedo a que “okupas” se metieran en sus casas mientras ellos estaban fuera, en esos lugares que la Comunidad de Madrid generosamente les ofertaba. La primera reacción fue de incredulidad, de asombro ante tamaña insensatez. No puede ser real; Ayuso debe de sufrir un desquiciamiento; es otra salida extemporánea más de IDA, un nuevo extravío de la presidenta de Madrid, otro fruto de su enajenación mental, pensé por un momento, tratando de encontrar una explicación al desvarío.

Pero enseguida recordé que unos días antes el alcalde de Madrid tuvo la ocurrencia de pedir al gobierno de España 1400 millones de euros por los daños de la nevada (más que varias catástrofes naturales juntas), y de incluir, lo cual es una dislocación muy loca, daños por pistas de tenis que no pudieron ser alquiladas o por parquímetros que no pudieron cobrar por aparcamientos en la ciudad; y también me vino a la memoria que hace unos días el consejero de salud acusaba al gobierno de darles pocas vacunas mientras él, responsable de aplicarlas en su comunidad, solo había usado en ese momento poco más del 6% de las que el gobierno le había entregado; y puesta la mente a activar dislocaciones, me acordé de las declaraciones oídas dos días antes al coordinador del flamante hospital Isabel Zendal, quien tras afirmar, impetuoso, que ese hospital estaba “mejor preparado” que cualquiera de los otros hospitales madrileños, tras preguntarle la entrevistadora cómo explicar entonces por qué en esos otros hospitales tenían muchos más pacientes COVID en sus unidades UCI que el Zendal, él contestó entre balbuceos que “es que ellos tienen más experiencia”, explicación que rompía su argumentación anterior.

Entonces me di cuenta de que tanto trastorno no puede deberse a fallos cerebrales personales sino a una estrategia coordinada de desquiciamiento (“acción de descomponer algo quitándole la firmeza con que se mantenía”) de la verdad y de la razón. Lo que los gobernantes del PP en Madrid (ayuntamiento o comunidad), pretenden, guiados por asesores como Miguel Ángel Rodríguez (MAR) y otros, es más grave que la mentira puntual, que puede ser desvelada y corregida. La continua presencia de estos desvaríos de los dirigentes del PP (recuérdese que están asesorados por personas que admiran a Bannon) confirma que esa estrategia, y esto es lo realmente preocupante, lo que perSigue es desquiciar la verdad, pervertirla, deformarla, socavando de forma absoluta la correspondencia entre lo que afirman y los hechos a los que se refieren. Se trata de una estrategia destinada a “dislocar” la razón, también en el sentido antes señalado, algo muy querido por las metafísicas de la posmodernidad. Desquiciando la verdad, quieren acabar con la posibilidad de razonamiento lógico de la ciudadanía, algo que facilitará el manejo de sus mentes, enfermas de irracionalidad y mentiras, aunque sus cerebros estén biológicamente sanos. No son desvaríos que merezcan nuestra comprensión, nuestra empatía; tampoco nuestras risas; son fruto de estrategias interesadas y buscan la deformación de la verdad y de la razón, por lo que merecen nuestra más absoluta repulsa moral y política.

DdA, XVII/4738

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