lunes, 14 de diciembre de 2020

RAFA, MONCHO, LIBERTAD 8: SANTÍSIMA TRINIDAD


Valentín Martín

Libertad 8, donde Julián es John Wayne en El Álamo, aguanta los ataque salvajes de la Naturaleza. Bien por él porque a la fuerza tiene que estar pasándolo mal. ¿Como todos? Peor. Porque Libertad 8 es el sueño de todos nosotros, pero es su sueño y su proyecto de una vida consagrada durante años a la cultura de la poesía y la música.
Esta tarde han estado Rafa Mora y Moncho Otero con su interpretación singular de "Versos sobre el pentagrama", un formato acogedor y universal donde su música y la poesía de otros se dan la mano. (Y que yo rompí un día por el capricho de una mozuela que luego se amusgó alegando que le habían boicoteado el sonido y tomó las de Villadiego. Perdón a los dos por atender la inaudita invasión de ella y ser un cabronazo con ellos. Aviso que estoy hasta las criadillas de tanta calumnia para un viejo poeta. Porque hay un señor con guitarra escribiendo que a mí sólo me gustan los hombres y de cintura para abajo. Amos, amos, amos. Creo que hoy es Santa Lucía, patrona de la vista y de mi nieta. Pues a ver si entre las dos pueden hacer algo por él, aunque es un marrón para una niña. Así que seré yo quien deje la silla de ruedas y le salga al paso: doña Emilia Pardo Bazán se ponía muy cachoda de vez en cuando con don Benito Pérez Galdós. Pues yo, desde que me despierto con las piquetas de los gallos hasta que me duermo con las 11.000 vírgenes de Jardiel Poncela, que dejaron de serlo al pasar a mi lado. Y muy satisfechas. Yo miro a los hombres, señor de la guitarra, y sólo veo subsecretarios).
Hoy volvieron los dos cantores: vete haciendo a la vida, a las niñas sin
luto, a la viudez de las zarzas, al exterminio de las indiferencias, a los lunes para cadalsos.
Los dos cantores tienen al mar de pie, hacen respirar al sol, construyen afanes para la juventud de los ancianos, cautivan dedos para resistir tormentas o llagas henchidas de tanto olvido en la ciudad.
En la cascada de la noche, tras la vibración de los mediodías, los huéspedes de las soledades podemos abandonar hontanares,
hacer un corro de niños y jugar a respirar.
Viento del pueblo quizás volvió con uno y otro, despidió a los terribles crepúsculos, gastó los ahorros en su voz y el viejo amor empezó a crecer.
No sé si Julián aguantará hasta que vuelva a reir la primavera para todos y no para unos cuantos. No sé cuántos músicos quedarán en pie sobre tanta hierba ultrajada con los pulmones secos. No sé cuántos de nosotros quedarán para contarlo como se cuentan las historias terribles y extrañas. El tiempo de la salud pasa y hasta Messi ya no es Dios, demasiado viejo para un trono.
Esta tarde Rafa Mora y Moncho Otero, poetas y músicos, fulminaron en Libertad 8 a los fantasmas del miedo. Cuando ellos sonaron, olvidamos declinaciones y silencios de esta segunda posguerra que nos llegó de repente. Sabemos que este eclipse feliz ha sido corto y que la vuelta a la vida ( si es que vuelve) será para largo. Se acordaron de poetas que aún respiran las mañanitas sin pausas, como la generosa Ana Montojo que no para. Y sobre todo cerraron el concierto (que no evento, queridísimo Félix Maraña) con palabras de amor para su maestro y mentor, nuestro hermano Manuel López Azorín que bien merece y bien parece ese poema suyo contra la intolerancia, himno apócrifo de esta España que respira más penas que alegrías.
De momento Rafa Mora y Moncho Otero nos han vacunado contra la muerte de las esperanzas.
¿Se salvará El Álamo como en 1960? No estamos seguros de que esta vez pierdan los mexicanos. Mejor acudir a defender Libertad 8 junto a Julián, o a ver si esta guerra nos desnuda y resulta que más que héroes somos pocos y cobardes.

DdA, XVI/4700

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