jueves, 31 de diciembre de 2020

¿QUÉ TAL REFORMAR LA CORONA SOMETIÉNDOLA A REFERÉNDUM?


Vicente Bernaldo de Quirós


In illo tempore, cuando Rusia formaba parte del vasto imperio soviético, había especialistas en descifrar lo que pasaba en aquel territorio, escudriñando entre líneas los discursos de los camaradas de la nomenklatura para darnos a conocer a los occidentales lo que se cocía al otro lado del telón de acero. Eran los kremlinologos, que aprovechaban párrafos de los discursos de Kruschev, Pogdorny, Braznev y hasta Gromyko, y no digamos nada del 'padrecito' Stalin para que los servicios secretos de las potencias de enfrente conocieran al detalle las debilidades del régimen comunista. Y hasta desmenuzaban los planes quinquenales a la perfección para hallar el agujero económico de la URSS.
   Ahora estoy perplejo con la cantidad de finos analistas que hay en nuestro país y que con un par de párrafos del discurso del Rey el día de Nochebuena esclarecen la realidad de la Familia Real española. Con la yuxtaposición de las palabras sacrificios y familiares, la mayoría de los comentaristas mediáticos de España y algunos partidos políticos de raíz monárquica han descubierto que Felipe VI le ha mandado un recado a su padre para fortalecer la institución.
   Bueno, pues yo no lo tengo tan claro. He leído el discurso varias veces, porque la noche del 24 de diciembre la reservé para celebrar las fiestas con unos amigos y cualquiera le dice al chigrero de turno a las nueve de la noche que ponga la televisión para escuchar las palabras del Rey, porque te corren a gorrazos, si no te echan del bar por pervertido. 
   Digo que he visto y oído el discurso varias veces en riguroso diferido y no le he sacado tanta sustancia como nuestros kremlinogos patrios (o habría que recurrir al neologismo monarquiólogos) han extraído el jugo a la intervención de Felipe VI  para loor y gloria de nuestra raíz borbónica.
   Y añado yo que a lo mejor esta carencia absoluta de análisis racional sobre el discurso tenga que ver con los vinitos diarios que me trasiego en mi chigre favorito y que me afectan a las neuronas, aunque un amigo de la infancia, abstemio radical, que solo bebe agua y algún 'trina' de piña cuando se quiere dar un homenaje, tampoco le ha encontrado chispa al discurso, lo que parece descartar un deterioro de mi cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo.
   Pero, claro, ¿porque narices tiene que dedicarse a hablar en clave el mismo rey de España? Parece insólito que el jefe del Estado, que dice lo que le sale de la corona porque en este país hay libertad de expresión, deba someterse a la redacción entre líneas lo que debería ser ni más ni menos que una verdad como una catedral de grande.
   ¿Tiene miedo el rey oficial a su rey emérito para esconderse en lenguaje críptico a la hora de hablar de su padre?  ¿Es verdad que tuvo que ser La Moncloa la que vetara la vuelta de Juan Carlos I a España para pasar las fiestas, porque La Zarzuela se había ablandado con el regreso a casa del defraudador?. No tiene ningún sentido este conjunto de alegorías en un país acostumbrado a decir las cosas a las claras.
   Hombre, yo no le pido a Felipe VI que llame cabrón a su padre. Tampoco que le eche una señora bronca. Basta con una regañina que se entiende como las que me suele dispensar mi hijo cuando me espeta "papá, cuídate algo más, porque ya no yes ningún guaje". Algo como una riña cariñosa que entiende hasta el más tonto de este país (que son los que votan).
   O sea que da la impresión de que si el jefe del Estado hubiera querido decir lo que dicen los expertos en descifrar entre líneas, lo hubiera dicho, aunque claro si el modelo de Estado fuera más tolerante, transparente y cercano a los ciudadanos, obraría de manera menos ininteligible.
   Parece ser que ahora la Corona va a tener una norma de funcionamiento en forma de ley. Por cierto, un inciso al respecto. La primera noticia sobre este particular la protagonizó Unidos Podemos que apunto la posibilidad de presentar una iniciativa parlamentaria al respecto. Rapidamente los cortesanos mediáticos y políticos, incluidos algunos socialistas influyentes salieron en tromba a descalificar la propuesta y la contextualizaron en una especie de agresión radical hacia la Monarquía. Ahora, la anuncia Pedro Sánchez y hasta el PP se apunta a fortalecer al Rey.
   Bueno, pues eso, que va a haber una ley de la Corona que tendrá una aún desconocida hoja de ruta (por cierto vaya expresión más desafortunada que utiliza todo el mundo para visualizar los pasos a dar en busca de un objetivo, desde que comenzó a ser frecuente en los tiempos del fracasado plan de paz en Oriente Próximo). Servidor ignora  que plan tienen los afines a la Corona, pero yo planteo que, además de transparencia, buena gestión y mano dura contra la corrupción, es oportuno que Felipe VI se someta al veredicto de las urnas y sugiera la convocatoria de un referéndum para elegir entre Monarquía y República, porque, además, teniendo en cuenta el respaldo mayoritario a esa forma de Estado, le supondría un refuerzo político para su futuro. Ánimo, Majetad. Sea valiente. Ah, que lo deja para el discurso de la Nochebuena del año que viene. Vale.

   DdA, XVI/4716      

No hay comentarios:

Publicar un comentario