miércoles, 16 de diciembre de 2020

MARGARITA (ROBLES) SE LLAMA MI AMOR, CON MILLÁN ASTRAY COMO BALUARTE



Vicente Bernaldo de Quirós

   No sé qué les ocurre a algunos destacados socialistas que cuando llegan a un alto cargo suelen descubrir los valores de algunas instituciones de marcado carácter militar. Así, José Barrionuevo cuando alcanzó el Ministerio de Interior dijo haber encontrado el mérito de la Guardia Civil y fue tan sincero en ese reconocimiento que fundó el GAL verde junto a los agentes del cuartel de Intxaurrondo. Años antes, en el tardofranquismo, Felipe González, cuando aún era Isidoro, incoloro e insípido, halló la importancia de los servicios secretos y se pudo firme ante el gran jefe del espionaje mundial de la época, Henry Kissinger, para lo que se me mande. Ahora es Margarita Robles, la titular del departamento de Defensa, quien considera que la Legión es todo un descubrimiento.

   La ministra de Defensa manifestó con motivo del centenario del cuerpo creado por MillÁn Astray, del que este año se cumple el centenario que es un ejemplo para Europa y que tiene un futuro extraordinario como baluarte de lo que debe ser la milicia en el siglo XXI. Y, claro, sonaron en la izquierda todas las alarmas.

   Con permiso de la ministra y de los caballeros legionarios que tan orgullosos están de sus unidades, la Legión es tan moderna como el cuplé o la bossa nova y en pleno siglo XXI considerar a esta fuerza como cuerpo de élite es un sacrilegio para cualquiera que está más o menos al día en cuestiones militares.

   Yo comprendo que si uno acude en su calidad de ministro a la conmemoración del primer siglo de existencia de la Legión debe tener unas palabras convencionales que ni le pongan a uno en entredicho ni que sirvan para tildarle de maleducado. Pero, hombre, a estas alturas insuflar de futuro a un cuerpo que vive del pasado y de las hazañas bélicas más ramplonas de la historia castrense, puede ser razón suficiente para visitar al psquiatra.

   Desconozco las razones que han encandilado a Margarita Robles para hacer estas declaraciones. Descartemos la visión excitante de la camisa abierta del legionario y el abundante pelo en pecho mientras desfila, por su tufillo machista, puede ser que en el subconsciente de la ministra se haya aparecido alguna ensoñación que le haga deudora de profecías sobre el futuro militar de España.

   Lógicamente, los mandos de este cuerpo se han henchido de autoestima al escuchar las palabras de la ministra en el acto de Ronda, donde tiene su acuartelamiento la Legión, aunque el pasado mes de noviembre se hayan cabreado porque todavía no le hayan concedido la laureada militar a causa de la pandemia.

   Estoy más seguro que dubitativo que gran parte de la izquierda de este país no solo no comparte la reflexión de Robles sobre la Legión, sino que la consideran un auténtico dislate, no solo por la trayectoria curricular de este cuerpo, sino también por los valores sobre la importancia militar estratégica en la defensa de España.

   La ministra de Defensa se ha hecho merecedora a entrar en el álbum de los sueños de los legionarios y, al igual que en aquellas viejas películas de la posguerra que distribuía Cifesa, en las que se exaltaba el valor patriótico de nuestros soldados, oiremos a los caballeros cantar, como homenaje a la veterana jurista, aquello de "Margarita se llama mi amor, una chica, chica chicapon del calibre 183", que entonaban los aguerridos debutantes de 'Quince bajo la lna'.

   Y a mí no me parece mal que en el desfile de las fuerzas armadas, en vez de insultar a los ministros del Gobierno progresista, los asistentes a la parada militar aplaudan el panegírico legionario a Margarita Robles, mucho mejor que a Dolores de Cospedal, claro. Mientras no le pongan su nombre a la cabra....

      DdA, XVI/4702      

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