Vicente
Bernaldo de Quirós
No sé qué les ocurre a algunos destacados socialistas que cuando llegan a un alto cargo suelen descubrir los valores de algunas instituciones de marcado carácter militar. Así, José Barrionuevo cuando alcanzó el Ministerio de Interior dijo haber encontrado el mérito de la Guardia Civil y fue tan sincero en ese reconocimiento que fundó el GAL verde junto a los agentes del cuartel de Intxaurrondo. Años antes, en el tardofranquismo, Felipe González, cuando aún era Isidoro, incoloro e insípido, halló la importancia de los servicios secretos y se pudo firme ante el gran jefe del espionaje mundial de la época, Henry Kissinger, para lo que se me mande. Ahora es Margarita Robles, la titular del departamento de Defensa, quien considera que la Legión es todo un descubrimiento.
La ministra de Defensa manifestó con motivo del centenario del cuerpo
creado por MillÁn Astray, del que este año se cumple el centenario que es un
ejemplo para Europa y que tiene un futuro extraordinario como baluarte de lo
que debe ser la milicia en el siglo XXI. Y, claro, sonaron en la izquierda
todas las alarmas.
Con permiso de la ministra y de los caballeros legionarios que tan
orgullosos están de sus unidades, la Legión es tan moderna como el cuplé o la
bossa nova y en pleno siglo XXI considerar a esta fuerza como cuerpo de élite
es un sacrilegio para cualquiera que está más o menos al día en cuestiones
militares.
Yo comprendo que si uno acude en su calidad de ministro a la
conmemoración del primer siglo de existencia de la Legión debe tener unas
palabras convencionales que ni le pongan a uno en entredicho ni que sirvan para
tildarle de maleducado. Pero, hombre, a estas alturas insuflar de futuro a un
cuerpo que vive del pasado y de las hazañas bélicas más ramplonas de la
historia castrense, puede ser razón suficiente para visitar al psquiatra.
Desconozco las razones que han encandilado a Margarita Robles para hacer
estas declaraciones. Descartemos la visión excitante de la camisa abierta del
legionario y el abundante pelo en pecho mientras desfila, por su tufillo
machista, puede ser que en el subconsciente de la ministra se haya aparecido
alguna ensoñación que le haga deudora de profecías sobre el futuro militar de
España.
Lógicamente, los mandos de este cuerpo se han henchido de autoestima al
escuchar las palabras de la ministra en el acto de Ronda, donde tiene su
acuartelamiento la Legión, aunque el pasado mes de noviembre se hayan cabreado
porque todavía no le hayan concedido la laureada militar a causa de la
pandemia.
Estoy más seguro que dubitativo que gran parte de la izquierda de este
país no solo no comparte la reflexión de Robles sobre la Legión, sino que la
consideran un auténtico dislate, no solo por la trayectoria curricular de este
cuerpo, sino también por los valores sobre la importancia militar estratégica
en la defensa de España.
La ministra de Defensa se ha hecho merecedora a entrar en el álbum de los
sueños de los legionarios y, al igual que en aquellas viejas películas de la
posguerra que distribuía Cifesa, en las que se exaltaba el valor patriótico de
nuestros soldados, oiremos a los caballeros cantar, como homenaje a la veterana
jurista, aquello de "Margarita se llama mi amor, una chica, chica chicapon
del calibre 183", que entonaban los aguerridos debutantes de 'Quince bajo
la lna'.
Y a mí no me parece mal que en el desfile de las fuerzas armadas, en vez
de insultar a los ministros del Gobierno progresista, los asistentes a la
parada militar aplaudan el panegírico legionario a Margarita Robles, mucho mejor
que a Dolores de Cospedal, claro. Mientras no le pongan su nombre a la
cabra....
DdA, XVI/4702
No hay comentarios:
Publicar un comentario