"Enseñar es lo más bello del mundo". Muy cerca de la ventana puede leerse
esta frase. Estamos en una clase de primaria de la “Escuela Nacional Sergio
Luis Ferriol”, en La Habana, en la que se cultiva el respeto al Che Guevara y
su trayectoria.
Todo empezó así: antes de emprender el
viaje, entre mis objetivos se encontraba visitar una escuela. Mis contactos me
informaron sobre las enormes necesidades de material escolar, pero en especial
de la carencia de lápices de memorias entre los profesores para disponer de
copias de seguridad; disponían de ordenadores, muy obsoletos, pero no de medios
para guardar la información. Y unos minutos antes de las 8 de la mañana del día
8 de febrero de 2016, junto con un lote de libretas, rotuladores y memorias
USB, me encontraba a la puerta de la Escuela para ver entrar a los niños,
entregar el material que llevaba y tratar de acceder a su interior. Todo
resultó más fácil de lo previsto y, después de hablar con la directora, en unos
minutos ya me encontraba dando una clase de fotografía a un grupo de niños de primaria.
Era una habitación pequeña, llena de
mesas y sillas muy deterioradas y todas ellas diferentes, colocadas de una
manera un tanto anárquica para que encajasen mejor, en la que un grupo de unos
20 niños atendían a su profesora con un enorme respeto. Mi presencia provocó
una inicial algabaría, pero pronto se tranquilaron cuando les comencé a
explicar la importancia de la fotografía para recordar la historia de un país,
y cómo las imágenes de Fidel Castro y del Che Guevara podían ser observadas en
las paredes de su colegio gracias a ella.
Después de unos diez minutos de clase
improvisada, comenzó el reportaje fotográfico. Inicialmente les pedí que se
imaginasen que no estaba presente y se pusiesen a trabajar, convirtiéndose la
profesora en una interprete más de una escena teatral. Pero en un momento dado
les pedí que mirasen para la cámara, y obtuve esta fotografía, tomada con un
objeto de 15 mm (ojo de pez) para que en la imagen entrase toda la clase.
Fue una experiencia muy interesante y al
mismo tiempo muy divertida. Nunca olvidaré a aquellos niños, de exquisita
educación, tratándome con mucho respeto. Dos horas después casualmente los pude
ver de nuevo en la calle, pero os lo cuento mañana, con otra imagen.
DdA, XVI/4705
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