lunes, 2 de noviembre de 2020

LA PANDEMIA Y EL PRESUPUESTO DE LA ILUMINACIÓN MONUMENTAL Y NAVIDEÑA



Félix Población

Estas noches atrás he podido comprobar, por razones personales, hasta qué punto es bella e innecesaria la iluminación nocturna de nuestros monumentos histórico-artísticos, que supongo seguirá siendo  la misma en aquellas ciudades que, como Salamanca, disfrutan de un gran patrimonio arquitectónico y son por ello motivo de atracción turística en unas circunstancias normales de la vida nacional. No lo son las que vivimos actualmente, así como no lo fueron las que se dieron durante la pasada primavera. Con estados de alarma como los de entonces (más riguroso) y ahora (menos), las calles desiertas y casi todo el mundo en casa salvo quienes trabajen en horario nocturno o dispongan de un permiso especial por razones muy concretas, me parece que sería una buena medida dejar sin iluminación ese tipo de edificios históricos, cuya catalogación como tales es cuantiosa en España, y destinar esa parte del presupuesto público a las acuciantes necesidades que afectan no solo a los hosteleros y autónomos sino a los trabajadores de la cultura y otros colectivos. Obviamente, llenar de luces navideñas nuestras calles en esta coyuntura me parece de una frivolidad pasmosa en la que, al parecer, ni siquiera se está reparando porque ya se está montando el belén comercial que eso comporta, como si los 200 muertos de cada día por la pandemia no nos hicieran recapacitar hasta qué punto estamos encenagados en el consumo y con una conciencia cívica muy a oscuras. Luces que sobran por las que faltan.

   DdA, XVI/4655   

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