jueves, 5 de noviembre de 2020

LA BRONCA AMERICANA, SUMAMENTE PELIGROSA

 


Vicente Bernaldo de Quirós

Todavía se desconoce quien ha ganado las elecciones presidenciales en Estados Unidos, porque en el recuento, que es demasiado lento, las dos candidaturas están muy apretadas, pero parece de todas formas que cualquiera que sea el resultado final, los comicios van a terminar en bronca, como si fuera una república bananera o un estado fallido de África.
   Sucede que el presidente actual y candidato a la reelección, Donald Trump, ha denunciado que ha sido víctima de un fraude y que los demócratas, que encabeza Joe Biden le han robado las elecciones. No solo se ha quejado de estafa en las urnas, sino que ha anunciado que acudirá al Tribunal Supremo para que se le restituya la victoria.
   Es curioso que Trump apele al máximo órgano judicial de su país, cuando hace pocos días consiguió por cuatro votos de diferencia designar a una jueza conservadora y católica que inclina un poco más aun la balanza hacia la derecha de esa institución jurisdiccional.
    Parece, pues, lógico que el loco pelirrojo que ostenta todavía la presidencia USA espere que su apuesta por la jueza ultraconservadora le reporte una sentencia favorable en esa gran polémica acerca del resultado de las urnas.
   Es la primera vez en la historia moderna de los Estados Unidos que unas elecciones presidenciales acaban (o pueden acabar) en el Tribunal Supremo ante el indicio de irregularidades. Cuando George W. Bush derrota al candidato demócrata en el año 2.000,  y a causa de una supuesta anomalía en las papeletas de Florida, se enciende una polémica que se corta bruscamente cuando Al Gore renuncia a iniciar acciones legales, porque entiende que es por el bien del país.
   El enfrentamiento entre los presidenciales USA no es precisamente un episodio de lucha de clases, sino una pelea entre un candidato conservador y otro todavía más conservador, porque Biden, que ya fue vicepresidente de los USA con Barack Obama, no se distingue precisamente por ser un hombre progresista, aunque claro que comparado con Trump es un viejo revolucionario.
   La estrategia de Trump es sumamente peligrosa para su país porque polariza a los estadounidenses y eleva la crispación a niveles de altísimo voltaje. Cualquiera que hace varios meses observara la situación, jamás subrayaría que esta posibilidad estuviera abierta, a pesar de que todo el mundo conoce, y conocía, el carácter bronco y fanfarrón del actual inquilino de la Casa Blanca. Es tan grave el asunto que hasta un analista puso sobre la mesa la posibilidad de una guerra civil en Estados Unidos como la de 1865 entre sudistas y nordistas. Mientras, el multimillonario que dirige ahora el país azuza la discordia y mantiene su ego en lo más alto para impedir una derrota muy dolorosa. Antes muerto que sencillo. 

    DdA, XVI/4658    

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