jueves, 5 de noviembre de 2020

"EL INFINITO EN UN JUNCO": HAY QUE LEERLO



Félix Población

Quienes dedicamos buena parte de nuestros días a la lectura en un país tan poco dado a ello como es el nuestro, estamos hoy de enhorabuena. Pocas veces me he sentido tan identificado con la concesión de un Premio Nacional (en este caso de ensayo) a una obra que en verdad se lo merece y que ocupó mi mayor atención desde las primeras páginas. 

Me estoy refiriendo a la de la escritora y filóloga aragonesa Irene Vallejo (1979) El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. Debo admitir, sin embargo, que cuando me recomendaron este libro -cuyo número de ediciones lo ha convertido en un auténtico best seller-, ofrecí una cierta resistencia, como suele hacer a menudo ante el éxito repentino de determinadas obras, con más propaganda que contenido. Por eso llegué un poco tarde al placer que sentí al leer esta magnífica, documentada y amena historia de la escritura y el libro, cuya primera edición data del otoño pasado. 

Teniendo en cuenta el periodo histórico por el que pasamos, con una pandemia que nos obliga a permanecer el máximo tiempo posible en nuestras casas, si ya es recomendable de por sí el libro como tal, mucho más lo es en estas circunstancias, pues llenará con gusto muchas horas de esa forzado confinamiento. Se trata, en palabras del escritor Luis Landero, de un ensayo de aventuras, en el que se conjuga la nutrida documentación con un estilo narrativo ágil y sugestivo, trufado de reflexiones, recordaciones personales y referencias a la actualidad, que lo alejan en todo momento del tono libresco o pedantesco tan habitual en el género. 

El infinito en un junco es un viaje por la historia del libro y la cultura en el mundo antiguo, "que transmite -en palabras del jurado que premió la obra- un sentimiento de colectividad en el que tanto la propia autora como el lector se reconocen". Para culminar tan exigente y excelente obra, Irene Vallejo supo acertar también con un título sumamente afortunado que condensa en muy pocas palabras la significación de lo que fue, es y deberá seguir siendo la comunicación escrita.

PS. Dice Vallejo: "El libro ha superado la prueba de los siglos sin que hayamos descubierto ningún artilugio mejor para cumplir su función, más allá de pequeños ajustes en sus materiales. Los historiadores y antropólogos nos recuerdan que, cuantos más años lleva un objeto entre nosotros, más porvenir tiene".

       DdA, XVI/4658        

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