viernes, 23 de octubre de 2020

HITLER NO VIVE EN LIBERTAD

Félix Población

Estamos viviendo un periodo en extremo grave en Occidente, al que en España añadimos la nota distintiva y singular de un frentismo retrógrado e incivil, impropio de un país democrático, que debería apestarnos porque en esta ocasión está poniendo en juego la salud y con ella el porvenir de toda una nación. 

En pleno estado de alarma 1, se convocaron manifestaciones en el barrio de Salamanca de Madrid que llegaron a ser comprendidas y hasta encomiadas por la mismísima presidenta del gobierno regional. Como no podía ser de otro modo, a la vista de la comprensión con la que fueron tratados los manifestantes por la policía entonces, bastó que un segundo estado de alarma se declarase en Madrid por el Gobierno de coalición para que en ese mismo barrio potentado de la capital de la nación se juntase otra vez el mismo o similar personal, ante la pasividad reincidente de las fuerzas policiales. 

Como es sabido y tuvimos de ello explícita constancia gráfica, no ocurrió lo mismo en el barrio popular de Vallecas con quienes protestaron ante las medidas discriminatorias adoptadas por Ayuso y su gobierno. Las imágenes dieron fe de la flagrante disparidad con la que los agentes del orden se portaron en uno y otro caso: contemplativos en el primero y represivos en extremo con los manifestantes vallecanos.

Pero si comento este episodio no es sólo por algo tan llamativo que ocurrió con un Gobierno progresista al frente la nación, sino porque en la última convocatoria callejera de los dados en llamar cayetanos pidiendo libertad, en el instante en que las cámaras de televisión de Cuatro entraban a informar en directo de la concentración en la calle Núñez de Balboa, uno de los concurrentes gritó enrabietado al micrófono de ese canal y a rostro tapado: “Hijo puta, demócrata de mierda. ¡Viva Hitler! ¡Viva Hitler!”. 

Este año se cumplen 75 del suicidio del dictador nazi en su bunker de Berlín. Aunque sea la voz de un solo grito la que lo pretenda revivir en una calle madrileña de barrio rico en el transcurso de una gravísima crisis sanitaria que puede derivar en una no menos grave crisis económica y social, no se nos debería pasar por alto que ese  grito se ha dado en un país en el que el que la contribución de Hitler y su camarada Mussolini fueron determinantes para que un dictador ganara una guerra atroz e impusiera un régimen de represión de los más crueles que hubo en Europa.

No debemos olvidar el efecto que las grandes crisis socio-económicas suele originar en la floración de los salvapatrias y otros especímenes de ominosa memoria. Mucho me temo que en España tenemos uno en la reserva que suele exhibir su vocación a rachas cíclicas (“el Parlamento no es soberano”) y que ha puesto estos días su tupé a teñir, acaso por parecerse más a su modelo en declive. Esos tipos sólo puede abastecerse de discurso en las democracias que se tienen miedo a sí mismas, por lo que todo lo que se haga por fortalecer la que nos toca debe estar más a mano que nunca de la calle, el voto y la palabra. Nos lo acaba de gritar una moción de censura que ha sido lo más vergonzoso ocurrido en el Congreso desde el 23-F.

     DdA, XVI/4647      

No hay comentarios:

Publicar un comentario