martes, 1 de septiembre de 2020

PEPITA PATIÑO Y JAIME CUELLO: UNA MIRADA LIMPIA QUE NO ENSUCIÓ EL MIEDO



Toni Álvaro

La de Pepita y Jaime es una historia de lealtades. A unas ideas, a las personas que las defendían únicamente protegidos por su piel. Pepita Patiño y Jaime Cuello. Una historia de amor. Querer cambiar el mundo es un acto de amor. Sin amor todo es carbón y cenizas, que decía Thoreau.

Pepita y Jaime se conocieron en la cárcel. Ella, 19 años, acompañaba a ver a un tío a la cárcel de Córdoba y él, 27 años, llevaba ya 6 años de los 20 que le habían caído por comunista. Él se restañaba los golpes mirando a los ojos azules de aquella rubia tímida. Cuando le indultaron se buscaron. Les dio para seis meses de mirarse a los ojos, hasta que trincaron de nuevo a Jaime por colaboración con el maquis de la sierra cordobesa. Veinte años más sin posibilidad de reducción de pena, una somanta de hostias durante 36 días y lo mandan para el penal de Burgos.

La miseria le da a Pepita para una postal al mes y un viaje al año para ver a Jaime, haciéndose pasar por su esposa, que el cura del presidio se niega a casar a un comunista. Ella hace de enlace y correo con el maquis mientras dura la pena. Una pena muy larga, muy honda. Si la pillan sabe que la fusilan.

Tras 17 años en la cárcel, sueltan a Jaime. Amnistía por la muerte de Juan XXIII, y pueden casarse, que no todos los curas son mala gente y don Abundio les arregla los papeles. No tendrán hijos, Jaime arrastra un cuerpo destrozado a palos y privaciones. No llegará a ver la muerte del dictador ni la legalización del PCE y seguro que ver a Carrillo con peluca le hubiera parecido una tomadura de pelo. Pepita sí que votó PCE, era su homenaje a Jaime. Pepita Patiño nos dejaba hace cinco años, ya cumplidos los 91, la mirada limpia que no pudo ensuciar el miedo.


     DdA, XVI/4599      

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