Siente Altamira Gonzalo que un escritor al que valoraba, Antonio Muñoz Molina, y al que consideraba persona sensata y cabal, se haya descolgado el pasado domingo con un artículo en el diario El País que la firmante del que insertamos a continuación critica abiertamente. Este Lazarillo cree, sin embargo, que lo expresado por Molina en La otra pandemia está en línea con su pensamiento político y no debería sorprender más que a quienes no lo conocen a través de sus colaboraciones periodísticas e incluso alguna de sus obras sobre la Guerra de España. Generalizar en la crítica a nuestros políticos, tal como hace don Antonio a propósito de la más grave crisis sanitaria sufrida por este país en un siglo, además de reaccionario y peligroso (Vox se lo agradecerá) es injusto porque todos sabemos que el papel tóxico corresponde en estas circunstancias, desde el minuto uno, al desempeñado por la oposición -incapaz de admitir su derrota en las urnas, una vez más-, cuya nefasta e insolidaria actitud en ese sentido no ha tenido parangón en Europa, como seguimos comprobando estos días con lo que ocurre en la Comunidad de Madrid. Tal como señala Gonzalo en La Hora Digital cómo puede afirmar sin ruborizarse [Muñoz Molina] que "toda la clase política…no es que se muestre incompetente o irresponsables en la gestión de los problemas que nos agobian: ¿es que se dedican a agravarlos? ". Lo suscribe quien dirigió el Instituto Cervantes durante unos años en Nueva York, cuando gobernaba el mismo Partido Socialista que ahora lo hace, si bien sin el concurso de Unidas Podemos, que con toda seguridad le duele a Muñoz tanto como a Felipe González. ¿Acabará don Antonio como su admirado Mario Vargas?
Y lo siento, porque lo tenía por persona sensata
y cabal. Pero el artículo que publicó el domingo 27 de septiembre en la página
11 del País titulado “La otra pandemia”, ha cambiado mi
opinión sobre el escritor.
La tesis que mantiene es que la clase política española no se dedica a
gestionar los problemas que nos agobian, la pandemia, sino a agravarlos. Esta
es una acusación que, de ser cierta, sería de Juzgado de Guardia, pero no lo es
y por eso no recurre a denunciar a nadie, sino que lanza gravísimas acusaciones
desde un periódico que está buscando derribar a este Gobierno desde que éste se
formó. Llega incluso a afirmar que la política española se está volviendo más
tóxica que el virus de la pandemia. Para una novela, pase, pero para la página
de opinión de un periódico nacional, no pasa. No vale todo, lo siento
Las graves acusaciones que hace las dirige contra todos los partidos
políticos, sin distinción, y ahí está su gran error, que deriva en injusticia y
que a mí me produce indignación.
A nada que observemos con un mínimo de objetividad lo que está pasando en
nuestro País desde el mes de marzo, vemos que hemos tenido un Gobierno
progresista de coalición recién estrenado, que ha tenido que enfrentarse a un
problema brutal, de magnitud aún desconocida, que ha tenido que ir tomando día
a día decisiones muy graves y que cada quince días ha tenido que ir al
parlamento a pedir autorización al resto de partidos para poder tomar medidas
en beneficio de toda la ciudadanía. Y hemos visto cómo han sido los debates
parlamentarios: el PP se ha opuesto sistemáticamente, junto con VOX, a las
peticiones del Gobierno para decretar el estado de alarma, lo que ha
dificultado enormemente el buen trabajo del Gobierno. Pero esto, la postura
insolidaria del PP, ni la menciona en el artículo. Como no menciona para nada
el proceder suicida de la Presidenta de la Comunidad de Madrid que por no tomar
decisiones que debe tomar competencialmente la Comunidad, provocando que las
tome el Gobierno, está poniendo en riesgo la salud de la ciudadanía. Pero de
este problema que afecta a millones de personas, chitón.
Cómo puede afirmar sin ruborizarse que toda la clase política…no
es que se muestre incompetente o irresponsables en la gestión de los problemas
que nos agobian: ¿es que se dedican a agravarlos? No doy crédito,
porque el autor de esta incierta e injusta frase es nada menos que quien ha
dirigido el Instituto Cervantes durante unos años en Nueva York, por cierto,
gobernaba el Partido Socialista y representó a la cultura de su Gobierno. No es
que haya de ser leal por eso toda su vida, pero pasar de eso a hacer
acusaciones que no se ajustan a la realidad en un momento tan delicado que
necesita cuantos más apoyos mejor, porque para desgastar ya está el PP, hay un
trecho.
Entérese Sr Molina de que todos los políticos no han hecho lo mismo; que
todos los partidos no han tenido la misma posición ni tienen la misma
responsabilidad. Que unos han tenido que tomar decisiones arriesgadas por el
bien de toda la ciudadanía y lo han hecho a riesgo de confundirse, porque nadie
sabía nada de esta pandemia y otros políticos se han dedicado a poner palos en
las ruedas a los primeros. Esto sí que me ha escandalizado a mí, ver cómo en
momentos de peligro nacional, ha habido partidos, el PP que no han sumado, sino
que se han dedicado a obstaculizar la puesta en marcha de soluciones.
Es de primero de política que los análisis políticos, para que se ajusten
a la realidad, deben ser finos, deben seguir métodos científicos. Y es de
primer grado de populismo hacer tabla rasa con todos los partidos, acusar a
todos por igual y a todos por lo mismo. Es demagogia.
Este tipo de análisis, destructivos, son propios de personas de derechas,
conservadoras, para quienes solo lo hacen bien quienes han nacido sabiendo
gobernar, la derecha. Pero no son propios de personas progresistas y por eso me
extraña tanto que las haga Muñoz Molina.
Claro que lo que no me extraña tanto es que el artículo lo publique el
País, un domingo, a toda página de la derecha y en página principal. Y
casualmente coincide en parte este análisis político con el de otros artículos
que se han publicado desde finales de agosto en este mismo periódico firmados
por Juan Luis Cebrián; y tampoco me extraña que la Cadena Ser, a través de
algunas de sus principales voces, estén simultáneamente machacando con este
mismo discurso de “todos los políticos son iguales, todos hacen lo mismo, todos
tienen la misma responsabilidad.”
Vamos a ver. ¿Cuándo está gobernando el PSOE en coalición con Podemos, a
quien beneficia este discurso? No me queda ninguna duda: a la derecha. Porque
con esas acusaciones falsas, se desmotiva la participación política de la gente
normal, que son nuestros votantes, los de los partidos de la coalición que
gobierna, y acaban pensando que todos son lo mismo y por tanto no vale la pena
votar. Y así, la derecha no tiene contrincante. ¡Desmemoriados!
Cuantas veces he pensado y dicho durante esta pandemia que menos mal que
no nos gobernaba Rajoy y gracias a que teníamos un Gobierno socialista. ¿Por
qué no pone en valor Muñoz Molina ninguno de los esfuerzos que este Gobierno
está haciendo para la mayoría más necesitada? Los ERTES, los subsidios, el
Ingreso Mínimo Vital y mil ejemplos más. ¿Por qué no pone en valor la valentía
que ha tenido para meternos a todos y todas en casa como única forma de frenar
la pandemia? ¿Por qué se queda en el “todos discuten” para decir que todos son
igual de malos? Es el peor discurso que se puede hacer, por injusto y por
dañino, porque es desmotivador y la gente de izquierdas queremos la
participación, la aportación, la formación de todas las personas.
En la grave situación que tenemos de pandemia sanitaria, con una gran
crisis económica y social, no necesitamos discursos desalentadores y
mentirosos, necesitamos aportaciones valerosas, porque todos y todas tenemos
algo que aportar para construir, no necesitamos a nadie que pretenda derribar
más aún.
¿Qué sabe hacer el Sr. Muñoz Molina para solucionar el problemón que
tenemos que no sabe hacer nadie más que él? Porque no encuentro en el artículo
ninguna aportación; es destructivo y francamente en este momento es lo que
menos necesitamos los españoles.
Creo que el autor se arrepentirá de haber firmado este artículo. Muchas
personas lo teníamos por persona progresista, mesurada y sensata, que es lo que
somos la gente progresista. Se ha caído de ese pedestal. La vanidad es un
peligro y ya vemos que es muy fácil tentarla.
DdA, XVI/4623
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