Toni Álvaro
Mi niño grande es uno de mis puntos favoritos del Universo. Hoy cumple 18 años. Mayoría de edad, dicen. Diría que se la refanfinfla. La mayoría de edad, digo, no seguir creciendo y aprendiendo. Sí, nos la refanfinfla muy mucho eso de las mayorías, de edad, silenciosa, electoral... Asomó su cabeza al mundo una madrugada de lluvia de Perseidas y divaga en astronomías que la mayoría ignora. Pero qué plastas las mayorías, tú. Y traza sus geometrías midiendo los pasos, los mismos que lo han llevado a la Universidad con esa mirada que escruta con sorna el deambular de un mundo que parece orbitar sin ton ni mucho son, aunque él sea de poco bailar, que en eso nos parecemos, somos más de bailar por dentro, más de dejar hablar y dejar las palabras sobrantes perderse por nuestros arroyos subterráneos, corrientes que se expanden en etéreas partículas que ríete tú de los diagramas de Feynman. Y aunque corta es la vida del que elogia y del que es elogiado y común a todas las cosas es la fugacidad, que lo dice Marco Aurelio, que no todo en la vida es Newton y Einstein, hijo, no te balancees en la inercia y más allá de lo que determinan los algoritmos siéntete en el llanto y las risas de los demás, que no sé lo que dirá la ciencia al respecto, pero te lo dice tu padre, que sólo sabe que sabe bien poco: que te quiere, que las caricias nutren y cuatro cosas más para llegar a fin de mes en este rincón del Cosmos, segunda estrella a la derecha.
DdA, XVI/4583
No hay comentarios:
Publicar un comentario