miércoles, 24 de junio de 2020

LA TUBERCULOSIS ÉTICA DE LA RESTAURACIÓN


Félix Población

Algunos empezamos a leer a Benito Pérez Galdós gracias a la radio, tan importante entonces. Algo así está haciendo en nuestros días un centro de enseñanza pública de alguna localidad española que ahora lamento no recordar, al objeto de familiarizar a los alumnos con la Literatura, logrando hasta la fecha muy buenos resultados.

Tengo un borroso recuerdo de haber escuchado los Episodios nacionales de Pérez Galdós en la SER, en la voces del magnífico cuadro de actores con el que contaba la Sociedad Española de Radiodifusión hace toda una vida. Eso me llevó a leer al autor y a leer en general. También, a valorar su obra, puesta en tela de juicio por algún que otro mediano escritor de Prisa.

La catedrática Selena Millares se encargó de responder a esa crítica con un lúcido artículo en el que se citaba a uno de nuestros más notables poetas. Luis Cernuda destacaba al escritor canario por su honestidad y discreción, virtudes ambas no muy frecuentes en el gremio -tanto en su tiempo como en el nuestro-,  que “le impidieron utilizar su obra para hablar de sí y hacer en ella su propio reclamo, como lo hicieron hasta la náusea las gentes del 98".

Para Cernuda, el genio y la inventiva de Pérez Galdós tienen la estatura de Cervantes, con un juicio crítico muy acertado acerca de la intolerancia y la ignorancia como problemas del país de su tiempo y también del nuestro. La obra de don Benito –entiende el poeta sevillano- no ha envejecido y es, con la de Dostoyevski, una de las que se conserva enteramente viva desde que fue escrita.

La valoración que Galdós hace del largo periodo histórico conocido como Restauración, en referencia a la de la monarquía borbónica tras el pronunciamiento de Martínez Campos a finales de 1874, me parece oportuna en tanto que actual, aunque haya transcurrido más de un siglo: “Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental. Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente”.

Más que suerte, España tuvo en el último sucesivas desgracias: una prometedora república asediada, condenada y derrotada por el fascismo en una atroz guerra incivil -sin don Benito para contarla, como las guerras carlistas-, una larga dictadura represora y, finalmente, una segunda restauración borbónica constitucional y democrática, inviolable como las divinas pero en corrupto declive. Con ella, nos siguen sobrando chorizos y faltando suficientes focos de lumbre mental para contrarrestar la tuberculosis ética que se asoma todos los días a los medios y en la que se nutre buena parte de los medios de información, incluso durante la última y más grave tragedia nacional.

PS. Tal como está de mal RTVE, supongo que será inútil reclamar a la corporación pública que conmemore el centenario de la muerte de don Benito (1920) con una buena serie de alguna de sus novelas, tal como se hizo hace muchos años, cuando quizá había más respeto, inteligencia y sensibilidad para hacerlo que ahora.



  La última hora DdA,XVI/4538     

No hay comentarios:

Publicar un comentario