viernes, 26 de junio de 2020

LA OPCIÓN TANÁTICA


Paco Faraldo

Oigo decir a Eudald Carbonell, uno de los sabios responsables de los yacimientos de Atapuerca, que vamos a perder esta batalla global contra esta u otras pandemias futuras porque no sabemos enfrentarnos a ellas como especie. Estoy seguro de que muchos nos identificamos con esa reflexión y la agradecemos pero, al menos en mi caso, no es suficiente para disminuir el deseo de liarme a hostias con la parte de la tribu que se empeña en llevarnos al desastre. Luego recordamos los esfuerzos de nuestros padres para encaminarnos por la senda del pacifismo y las buenas costumbres, moderamos nuestro ímpetu asesino y nos limitamos a mirar desde la ventana las playas repletas y los botellones iniciáticos donde los indígenas manifiestan su alegría porque el fin de los tiempos está próximo. En esas confusa mezcolanza de los cuerpos, Eros y Tánatos se afirman una vez más como las dos fuerzas que determinan el comportamiento humano. El abrazo cordial, el beso, la expresión del deseo en cualquiera de sus múltiples manifestaciones puede llevar directamente en este caso a la enfermedad o a la muerte; sin embargo, a juzgar por el jolgorio, el personal se inclina decididamente por la opción tanática -es decir, por favorecer el suicidio colectivo- y ha entrado en una fase en la que la dicha que nos proporciona la sensación de irresponsabilidad -pregúntenselo, si no, al Emérito- se impone a todo lo demás.
Qué razón tienes, Eudald.

      DdA, XVI/4540     

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