lunes, 1 de junio de 2020

COMO LE PASÓ A GEORGE FLOYD, EL RACISMO TE NIEGA EL AIRE QUE RESPIRAS



Pablo Álvarez

Acababa de recoger mi maleta y me encaminaba hacia la salida del aeropuerto, cuando uno de los dos guardias civiles que estaban apostados en el último control me hizo el gesto de que me dirigiera hacia ellos, o eso creí yo, acostumbrado como estaba a que mis "pintas" fueran un imán para los agentes de la autoridad. Cuando llegué a su altura y vi que el guardia civil me ordenaba, sin apenas mirarme, continuar el camino hacia la puerta, me di cuenta de mi error: esta vez no era yo el sujeto sospechoso, sino la persona que había retirado su maleta de la cinta transportadora, una maleta color plata, cubierta de pegatinas, justo a la vez que yo. La persona en cuestión, un hombre de color, no muy alto, algo entrado en kilos, fue hacia ellos, esbozando una sonrisa, con la documentación en la mano. Se notaba que ya estaba acostumbrado a aquellos trances.
Desde una distancia prudencial pude escuchar como les contaba que había venido a España a pinchar y que aquella maleta tan llamativa estaba llena de discos.
A pesar de sus explicaciones lo introdujeron en una sala, donde supongo, evidentemente eso ya no pude verlo, comprobaron el contenido de aquella maleta. Ni yo, un indocumentado en la materia, ni aquellos guardias civiles, le habíamos reconocido, aquel hombre era Carl Cox, un DJ bastante famoso. De todos los pasajeros de aquel vuelo, él fue el único que tuvo que someterse a aquel control. ¿Protocolo? ¿Casualidad? Puede ser, aunque me cuesta mucho creer en las casualidades. El caso es que aquel día me di cuenta de que mis piercings y mis tatuajes, en la balanza de la sospecha, habían pesado menos que el color de piel de aquel hombre.
Sí, en nuestra sociedad, ser varón y blanco es un privilegio. España no es racista pero..., si eres negro, gitano, asiático o latino, inmediatamente, sin saber nada más de tus circunstancias, vas a ser juzgado severamente. Te tratarán de delincuente, te acusarán de robar bancos, coches, trabajos y subsidios. Serás señalado como un parásito, un vago, un vividor. Todo, desde tu olor corporal, hasta tus hábitos gastronómicos, será cuestionado. Aguantarás comentarios despectivos, burlas y chanzas de todo tipo y cuando quieras rebelarte ante el escarnio, lo menos que escucharás es eso de "si no estás a gusto, lárgate a tu país". Eso si eres un hombre, como seas una mujer, añádele a todo ello una buena dosis de machismo.
Esta violencia institucional y social, muchas veces soterrada, en el país de las oportunidades, en la primera potencia mundial, el país de las armas, el Ku kus Klan y la pena de muerte, pasa a ser violencia física. En EEUU, ser negro o latino es un delito y a los delincuentes, ya sea de forma legal o por las bravas, ya sea en la silla eléctrica o en plena calle, se les ajusticia.
El racismo, da igual en España que en EEUU, te niega hasta el aire que respiras. Y eso es lo que le hicieron a George Floyd, un hombre al que asesinaron por el simple hecho de ser negro. Ahora, las protestas y disturbios que ha generado este crimen, los medios las catalogan como violencia. De la violencia racial, de la que te ahoga por existir, no dicen nada. No son racistas, pero...

      DdA, XVI/4515     

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